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Vol. 73/No. 14      13 de abril de 2009

 
¡Imperialistas fuera de Iraq y Afganistán!
Socialistas dicen: ‘¡Tropas fuera ya!’
(artículo principal)
 
La siguiente declaración la emitieron el 31 de marzo los candidatos del Partido Socialista de los Trabajadores en los comicios municipales de Nueva York: Dan Fein para alcalde, Tom Baumann para presidente del condado de Manhattan y Maura DeLuca para defensora pública.

Nos sumamos a los candidatos del Partido Socialista de los Trabajadores en las campañas locales de otras ciudades y estados al decir: ¡Ni un centavo, ni un soldado para las guerras de Washington en Afganistán e Iraq! ¡Que cesen ya los ataques de misiles en Pakistán!

El 27 de marzo el presidente Barack Obama anunció una nueva escalada de la guerra en Afganistán. Además de las 17 mil tropas que ya ha ordenado para Afganistán, enviará 4 mil más para entrenar a soldados afganos. Esto aumenta el número de soldados estadounidenses en ese país a 68 mil, además de 35 mil tropas más de la OTAN. La ayuda militar norteamericana a Afganistán aumentará en un 60 por ciento.

Entretanto, no cesan los bombardeos norteamericanos en Pakistán con misiles teledirigidos, el último del cual, el 25 de marzo, mató a siete personas. Las bajas causadas por estos ataques desde que Obama asumió la presidencia son de las más elevadas desde que Washington lanzó su guerra en la región al inicio de esta década. Washington planea triplicar su ayuda al gobierno paquistaní para escalar aún más la guerra.

En Iraq la anunciada “retirada” de tropas estadounidenses a lo largo de 16 meses no incluye decenas de miles de tropas que la Casa Blanca dice que se necesitan para adiestrar a los soldados iraquíes, brindar “seguridad” y luchar contra “terroristas”.

Instamos a los que apoyan la campaña socialista a unirse a todas las protestas contra estas guerras y exigir la retirada inmediata e incondicional de las tropas norteamericanas y demás tropas extranjeras de Iraq, Afganistán y Pakistán.

Estas guerras son una extensión de la política nacional seguida tanto por los demócratas como los republicanos. Los patrones en Estados Unidos encaran una competencia cada vez más aguda con sus rivales capitalistas. Para aumentar sus tasas de ganancia los patrones recortan nuestros salarios, aumentan el ritmo de trabajo, nos obligan a hacer trabajos peligrosos y despiden a centenares de miles todos los meses. Aquí en Nueva York, los funcionarios del gobierno planean recortar 9 mil empleos estatales. El metro de Nueva York subirá de $2.00 a $2.50, muchos trabajadores del transporte perderán su trabajo, y recortarán severamente los servicios.

Los patrones están incrementando sus medidas proteccionistas con requisitos de “Buy American” (“Compre productos americanos”) en los planes de “estímulo” del gobierno y sus aranceles a productos importados de otros países. Estas medidas no solo van dirigidos a aumentar su parte del mercado. Los capitalistas quieren que nosotros consideremos a los trabajadores de otros países como el enemigo, y no los patrones aquí en Estados Unidos. Quieren que luchemos por “trabajos americanos” para “trabajadores americanos”, y no por trabajos para todos los trabajadores a través del mundo.

La campaña socialista se opone a todos los aranceles y medidas proteccionistas norteamericanas. Decimos: ¡Que anulen la deuda externa de los países semicoloniales!

La clase dominante presenta la creciente catástrofe económica como fenómeno causado por banqueros e inversionistas “avaros” de Wall Street. Quieren canalizar nuestra ira hacia protestas contra estos individuos y desviar nuestra vista del sistema capitalista en sí, cuyas propias operaciones causaron el colapso financiero y la contracción económica que está devastando la vida de trabajadores a través del mundo. Esa es la política de resentimiento: demagogia peligrosa destinada a destruir la solidaridad obrera.

El objetivo por el cual debemos luchar es el de reconocer que nuestros intereses como clase son incompatibles con los de los patrones. Para defender nuestros intereses, los trabajadores necesitamos hacer una revolución que les quite el poder político a los capitalistas.

Hasta que hagamos esto, el pueblo trabajador a nivel mundial va a enfrentar más guerras, desempleo, brotes desastrosos de inflación, guerras comerciales, ataques a los sindicatos e intentos de dividirnos usando como chivos expiatorios a los inmigrantes, judíos y otros a fin de desviar nuestra atención de la verdadera causa del problema: el sistema de lucro.

Al derrocar al sistema de salarios y tomar el poder político en nuestras propias manos, podemos dar pasos inmediatos para aliviar las condiciones de la clase trabajadora, incluida la prolongación de los beneficios por desempleo mientras los trabajadores no tengan empleo, así como la legalización incondicional de todos los trabajadores indocumentados.

Al luchar por una política que ponga en primer plano los intereses de los trabajadores, podemos promulgar leyes a favor de un masivo programa de obras públicas para emplear a millones con salarios de escala sindical, construir escuelas, hospitales, viviendas asequibles, caminos y transporte público; recortar la semana laboral sin recortar los salarios para distribuir los empleos disponibles entre todos; garantizar aumentos por el costo de vida en los salarios y las prestaciones; y regresar a casa a todas las tropas norteamericanas de todas partes del mundo.
 
 
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