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Vol. 73/No. 5      9 de febrero de 2009

 
Reestructurando una industria:
cuando los trabajadores deciden
En Cuba, ex trabajadores azucareros en programa de ‘estudio
como trabajo’ tienen ‘más confianza en lo que podemos lograr’
(especial / primero de dos artículos)
 
POR JONATHAN SILBERMAN, MARTÍN KOPPEL
Y MARY-ALICE WATERS
 
SANTA CRUZ DEL NORTE, Cuba— “Cuando vinieron aquí por primera vez en 2003, apenas empezaba la reorganización de la industria azucarera. Para muchos obreros azucareros, era difícil adaptarse a la idea de empezar un trabajo nuevo o volver a estudiar. Ahora tenemos más confianza en lo que podemos lograr. Ha cambiado la mentalidad”.

Así comentó Odalys Balcacel al resumir lo que consideraba el mayor cambio que se ha dado entre los trabajadores en el antiguo complejo azucarero Camilo Cienfuegos en este pueblo, 30 millas al este de La Habana. Balcacel es jefa de cuadros en la empresa agropecuaria que se estableció al cerrarse el central azucarero en 2002.

En abril de ese año el gobierno cubano inició una reducción y reorganización radical de la industria azucarera, que había sido la piedra angular de la economía cubana por más de 150 años. Fueron cerrados 90 de los 155 centrales azucareros (50 ya habían suspendido la producción antes de abril de 2002). Unos 3.4 millones de acres (1.4 millones de hectáreas) de tierras agropecuarias fueron retirados del cultivo de caña y asignados a una agricultura o silvicultura más diversificada, a fin de aumentar tanto la cantidad como la calidad de la producción alimenticia y reducir la dependencia de los productos importados. Fueron eliminados los puestos de la mitad de los trabajadores que estaban empleados directamente en la producción azucarera; a todos los trabajadores se les garantizó trabajo sin reducción de salario.

La necesidad de tomar estas medidas se había planteado de manera rotunda ante la crisis económica que estalló en Cuba a principios de los años 90 con el cese abrupto de la ayuda y del comercio bajo condiciones preferentes con los países del antiguo bloque soviético, los cuales tenían contratos a largo plazo para la compra del grueso del azúcar cubano exportado. La crisis se vio profundizada por la intensificación simultánea del embargo comercial norteamericano, que ha durado ya casi 50 años.

Sin embargo, fue solo al empezar a recuperarse de los años más desesperados de lo que los cubanos conocen como el Periodo Especial que llegó a ser posible —e impostergable— abordar el desafío de reestructurar la industria azucarera.

Las consecuencias de la pérdida del principal mercado de exportaciones de Cuba; el descenso de la productividad debido a plantas y equipos obsoletos y a la falta de piezas de repuesto; la subida de los precios del combustible y de otros insumos importados, y la baja del precio del azúcar en el mercado mundial: todo esto al combinarse hizo inevitable y apremiante la reestructuración.

Los pasos hacia la diversificación y una mayor autosuficiencia alimentaria que se han dado como parte de este proceso también corresponden a uno de los objetivos declarados de la lucha revolucionaria en Cuba desde sus inicios a principios de los años 50.

Para los trabajadores en los países capitalistas, la “reestructuración” industrial inevitablemente significa despidos para muchos, junto con un aumento del ritmo de trabajo y horas más largas para los que quedan, así como intentos de aplastar sindicatos, recortes salariales y en muchos casos la eliminación del seguro médico y las pensiones de empleados tanto actuales como jubilados.

La reorganización en Cuba la ha llevado a cabo un gobierno del pueblo trabajador que obra para promover sus intereses de clase y defender la alianza de los trabajadores y agricultores, sobre la cual depende la revolución socialista. Muestra lo que se hace posible cuando los trabajadores y agricultores toman el poder estatal mediante una lucha revolucionaria para derrocar el dominio de los amos capitalistas de la industria, la tierra y la banca: los que hoy día están en función de pánico por todo el mundo, tratando de proteger su riqueza y sus privilegios.

La reorganización de la industria azucarera se presentó en un “Documento Programático” en 2002, preparado por el Ministerio del Azúcar y el Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros (SNTA) y debatido a nivel nacional en múltiples series de asambleas en centros de trabajo donde se elaboraron los cambios. En este documento se garantizaban los “principios inviolables” de que nadie quedaría desamparado, que a cada trabajador se le garantizaría el salario, así como el empleo, la enseñanza o ambas cosas. (Ver extracto del Documento Programático en la página 14.)  
 
Estudio como trabajo
El plan de reestructuración ofrece a los obreros azucareros cuyos empleos han sido eliminados la oportunidad de estudiar mientras siguen recibiendo su salario promedio mensual. Puesto que la mayoría de los obreros azucareros reciben estímulos vinculados a la producción durante los aproximadamente cuatro meses de la zafra, el salario promedio mensual —según nos explicaron los obreros— es mayor que el salario básico.

Reporteros del Militante visitaron el complejo Camilo Cienfuegos en febrero de 2003, tras haberse cerrado el ingenio y cuando recién empezaba el programa de estudio como trabajo. (Ver “Reorganización radical de la industria azucarera cubana” y “Reestructuran industria azucarera: Obreros explican cómo les afecta; programas amplían acceso a educación” en las ediciones de febrero y de marzo de 2004 de Perspectiva Mundial, accesibles por www.themilitant.com en la sección “Perspectiva Mundial magazine: 2000-2005”.)

Al visitar de nuevo en 2007 y en febrero de 2008, pudimos seguir los avances logrados, y en enero de 2009 los dirigentes del SNTA nos pusieron al día.

El programa de estudio como trabajo que comenzó en 2002 ofrecía estudios a tiempo completo o parcial, por tiempo indefinido, a todos los afectados por la reorganización. Fue una de las iniciativas que tomó la dirección revolucionaria cubana para expandir el acceso a la educación y cultura a nivel amplio, parte de un programa conocido aquí como la Batalla de Ideas.

En cuestión de meses, más de 120 mil trabajadores azucareros por toda la isla se habían inscrito en el programa de estudio como trabajo.

“En el Camilo Cienfuegos se pueden ver los resultados”, dijo Miguel Toledo, secretario general del SNTA, quien coordinó las visitas y nos acompañó. “Se han graduado trabajadores de los cursos iniciales, pero un buen número de trabajadores siguen estudiando a tiempo completo, hasta que en un momento oportuno se logren reubicar en otro empleo, dentro o fuera del sector azucarero.

“Otros están cursando estudios a tiempo parcial y aplicando sus nuevos conocimientos a su trabajo en la industria o la agricultura”, dijo Toledo. Otros más, que trabajaban a tiempo completo cuando visitamos en 2003, se vieron inspirados por los que se hicieron estudiantes y también empezaron a estudiar a tiempo parcial.

Si bien el regreso a la escuela fue un cambio muy grande para los trabajadores al principio, ahora “se ha vuelto una parte normal de la vida”, dijo Toledo.

En Santa Cruz del Norte, 139 trabajadores se graduaron de técnico medio en 2005. Algunos de los estudiantes han pasado a cursar estudios universitarios, lo cual se vio facilitado por la extensión del sistema universitario a cada uno de los 169 municipios del país.

Al momento de nuestra visita en 2007, estaban matriculados 666 estudiantes en la Escuela Camilo Cienfuegos de Superación Integral, aproximadamente el mismo número que cuando comenzó el programa en 2003. De estos, 157 estudiaban a tiempo completo; unos 93 cursaban estudios hasta el nivel de sexto grado y 573 estudiaban a niveles entre el séptimo y el noveno grado.

De los 40 maestros en la escuela, 27 antes habían trabajado en el central. Uno de ellos es el ex electricista Joaquín Almaguer, al que conocimos en 2003. “Cuando empecé a estudiar, seguí trabajando seis o siete horas al día. Pero ya me gradué y soy profesor a tiempo completo”, dijo Almaguer con evidente sentido de orgullo. Enseña dibujo técnico, español y literatura.

Como estímulo, los antiguos obreros como Almaguer reciben el promedio del ingreso de los que trabajan actualmente en la empresa más un 20 por ciento adicional.  
 
Se expande la producción
Durante el año 2007, aproximadamente la mitad de los 50 mil trabajadores que aún participaban a tiempo completo en el programa de estudio como trabajo regresaron a empleos en la agroindustria azucarera, al menos a tiempo parcial, nos dijo Toledo en febrero de 2008.

El dirigente sindical acababa de visitar el complejo azucarero Antonio Guiteras en la provincia oriental de Las Tunas, el central más grande del país. Como otros centrales en la región oriental, donde hoy día está concentrada la producción azucarera, había sufrido mucho los efectos de una sequía de cinco años. “La sequía fue tan grave que en 2006 solo tuvimos caña para moler en poco más de 40 de los 61 centrales que debían haber estado moliendo”, dijo. La producción fue menos de 1.3 millones de toneladas en la zafra de 2005-2006 y bajó aún más en 2006-2007.

En la zafra de 2007-2008, cuando molieron 54 ingenios, se dio el primer aumento desde la reorganización: 24 por ciento por encima del año anterior. Si bien Cuba pudo cumplir con sus convenios internacionales, con este nivel de producción tuvo que importar azúcar blanco refinado de otros países para cumplir los compromisos del consumo nacional.

El año pasado los huracanes Gustav, Ike y Paloma azotaron la isla en agosto, septiembre y noviembre, causando 10 mil millones de dólares en daños, según se calcula. Centrales grandes como el Antonio Guiteras en Las Tunas y el 30 de Noviembre en Pinar del Río quedaron particularmente dañados.

Antes de los huracanes, los trabajadores azucareros cubanos estaban encaminados a aumentar la producción para el año 2009 en un 20 ó 30 por ciento por encima de la zafra de 2007-2008, según un informe en octubre del entonces ministro del azúcar Ulises Rosales del Toro. Ahora se anticipa que el rendimiento será de 1.5 millones de toneladas, la misma cantidad que en la temporada anterior.

Por otra parte, la propia caña fue gravemente afectada. “Esto no es muy común”, dijo Miguel Toledo a los reporteros del Militante en enero de este año. Normalmente, por la flexibilidad de la caña, esta se endereza sola después de que pasan vientos fuertes. Este año los vientos fueron tan intensos y hubo tanta inundación que quedó destrozado hasta el 20 por ciento de la cosecha. La calidad inevitablemente también se redujo, lo que significa que el rendimiento por tonelada de caña será menor, dijo. “Y la zafra del próximo año también quedará afectada, aunque menos”.

Además, hubo que volver a procesar unas 40 mil toneladas de azúcar almacenado que quedó saturado.

Cuando empezó la reestructuración de la industria en 2002, señaló Toledo, el precio spot del azúcar en las bolsas mundiales de mercancías había bajado a 6 centavos la libra: apenas superior al costo de la producción en Cuba en ese entonces. Para enero de 2009 el precio había subido a 11.5 centavos la libra.

Cuba no vende en el mercado spot, explicó Toledo. Vende azúcar bajo contratos a largo plazo con China y otros países a precios mayores que los del mercado mundial. Por ejemplo, Cuba exporta 400 mil toneladas a China. Esto beneficia a ambas partes: China puede contar con un suministro garantizado y Cuba con un mercado estable. Sin embargo, cuando suben los precios spot en las bolsas mundiales de mercancías, eso refuerza la posición de Cuba al negociar contratos futuros. Y lo contrario también es el caso cuando baja el precio.

Uno de los factores importantes en la subida de los precios mundiales del azúcar durante el último lustro ha sido la creciente demanda del etanol, un sustituto de gasolina que se puede producir a partir de la caña de azúcar. El ministerio del azúcar en Cuba ha tomado medidas para aumentar su producción en respuesta a esto.

Luis Gálvez, director del Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar, informó en agosto de 2008 que la producción de etanol en Cuba era 100 millones de litros al año, y “con la modernización vamos a duplicar la producción”. El gobierno cubano también ha dado pasos para que la industria dependa menos de la importación del petróleo, usando como combustible el bagazo, un residuo de la fabricación del azúcar.

En 2005 la industria azucarera aportó un 4.5 por ciento del total de la generación eléctrica en la isla, dijo Bárbara Hernández, jefa del departamento de energía del ministerio del azúcar. En 2008 la cifra fue levemente mayor.

Hoy día, a raíz de la reorganización, muchas antiguas cooperativas azucareras están dedicadas al cultivo de viandas, verduras, y frutas, a la silvicultura o a la cría de ganado. Se enmarcan en las gestiones más amplias para diversificar y aumentar la producción agropecuaria.

En el último año el gobierno cubano ha iniciado una serie de medidas para aumentar la producción agropecuaria. Está poniendo tierras ociosas a la disposición de individuos y cooperativas capaces de trabajarlas. Gran parte de la toma de decisiones ha sido trasladada del ministerio a consejos locales. Se están estableciendo tiendas locales donde se puedan comprar equipos agrícolas vitales. En noviembre el ministro del azúcar Rosales del Toro fue nombrado ministro de agricultura.

Un segundo artículo examinará estas nuevas medidas.


‘Nadie se quedará desamparado’
 
El desafío de liderazgo político que se plantea al efectuar la masiva reestructuración de la producción azucarera —al dirigir a los seres humanos que harán realidad esta transformación— son la principal tarea que hoy día enfrentan los trabajadores cubanos y su gobierno en la reorganización de la agroindustria azucarera.

El carácter social y proletario de la reorganización se expresa en el sumario contenido en el “Documento Programático” que el Ministerio del Azúcar y el sindicato azucarero prepararon en 2002 para distribuir a los obreros azucareros. Esta sirvió de base para los debates en los múltiples ciclos de asambleas obreras que moldearon los cambios. El documento afirma:

“Acerca del personal que pueda exceder las necesidades que resulte del redimensionamiento, hay principios inviolables:

“El número de los que se acojan a la opción de recalificación y superación, la cual incluye los niveles universitarios, no está limitado por cuota alguna. Aspiramos a la enorme y noble cifra de 100 mil agroindustriales azucareros acogidos a estos planes de recalificación y superación y no faltarán las instalaciones necesarias para acogerlos.

“Esta excepcional oportunidad es posible ofrecerla hoy a nuestros agroindustriales, y ya se ha hecho con decenas de miles de jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo”.

—Reproducido del número de febrero de 2004 de Perspectiva Mundial
 
 
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