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Vol. 73/No. 1      12 de enero de 2009

 
Cuba conmemora el centenario
del Partido Independiente de Color
Dos presentaciones sobre historia poca conocida
de partido que reivindicaba los derechos de los negros
en Cuba en los primeros años del siglo XX
(especial)
 
La historia del Partido Independiente de Color (PIC) en Cuba, desde su fundación en 1908 hasta la masacre de más de 3 mil de sus miembros y partidarios mulatos y negros en 1912, es un capítulo de la historia mayormente olvidado en Cuba y en el exterior.

Los hechos sobre el PIC y la masacre de 1912 fueron enterrados por los distintos regímenes capitalistas de Cuba desde aquel entonces hasta 1958. Aún después del triunfo de la Revolución Cubana en 1959, estos acontecimientos siguieron siendo poco conocidos.

La historia del Partido Independiente de Color está vinculada al legado y a la realidad del racismo en Cuba. La revolución de 1959 eliminó todas las formas jurídicas de discriminación, incluidas las prácticas de segregación al estilo Jim Crow que se habían impuesto en Cuba durante la ocupación militar norteamericana después de 1898. Al eliminar la causa del racismo institucionalizado —el capitalismo— la revolución abrió la puerta para que los negros y mulatos hicieran avances sin precedentes, y se integraran más plenamente a todos los aspectos de la sociedad cubana.

Sin embargo, continuaron muchos prejuicios profundamente arraigados. Con el colapso en 1990-91 de los regímenes de la Unión Soviética y Europa Oriental, Cuba perdió el 85 por ciento de su comercio exterior. Al quedar Cuba más expuesta al mercado capitalista mundial, y con las medidas económicas que el gobierno se vio obligado a tomar para responder a esta crisis, han crecido las desigualdades sociales, lo cual ha reforzado prejuicios racistas que habían ido en declive desde hace mucho tiempo.

Por lo tanto, la decisión del Partido Comunista el año pasado de establecer una comisión para conmemorar el centenario de la fundación del PIC fue muy importante, no solo para rescatar del olvido este capítulo histórico, sino como un aspecto de responder al reto de combatir el legado de racismo hoy.

El presidente de la comisión es Fernando Martínez Heredia, conocido escritor y ensayista marxista, ganador del Premio Nacional de Ciencias Sociales en 2006. Los otros miembros son Digna Castañeda Fuertes, profesora de estudios caribeños en la Universidad de La Habana; Marta Cordiés Jackson, directora del Centro Cultural Africano Fernando Ortiz; Eusebio Leal, historiador oficial de La Habana; Rogelio Martínez Furé, del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba; la escritora y poeta Nancy Morejón; Leida Oquendo, secretaria ejecutiva de la comisión y miembro de la Academia de Ciencias de Cuba; la veterana periodista Marta Rojas; y la cineasta Gloria Rolando.

A continuación publicamos fragmentos extensos de presentaciones en dos actividades organizadas por la comisión este año, las cuales repasan la historia del PIC y su importancia en la actualidad. La primera, titulada “La diversidad social no es una debilidad de la nación sino una instancia muy importante de su riqueza”, la dio Fernando Martínez Heredia en la sesión inaugural del trabajo de la comisión el 14 de enero de 2008. La segunda, titulada “Perpetuar la memoria”, la dio Miguel Barnet el 7 de agosto en un evento en La Habana para conmemorar el centenario de la fundación del PIC. Miguel Barnet es presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y autor de Biografía de un cimarrón.

Los subtítulos son del Militante.

—MIKE TABER


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POR FERNANDO MARTÍNEZ HEREDIA  
La gran economía exportadora que hizo avanzar tanto materialmente a Cuba durante el siglo XIX se levantó sobre la esclavización masiva de un millón de africanos, el contingente principal de trabajadores de aquel modo de producción. Fue una forma horrorosa de explotación y despojo cultural, que plasmó un orden social de opresión, profundas desigualdades, castas y racismo antinegro.

Ese orden era la antítesis de los grandes avances técnicos, empresariales, de pensamiento, literarios y artísticos de aquella época, pero fue a la vez el que proveyó el suelo material que los viabilizó. Esas contradicciones terribles no encontraron una forma evolutiva de ser superadas, porque la clase dominante de Cuba solo atendió en última instancia a la ganancia capitalista y a conservar su poder social, por lo que defendió siempre el sistema que le permitía ser explotadora y no vaciló en ser antinacional cada vez que fue necesario.  
 
Insurrecciones contra dominio español
Fueron las insurrecciones armadas populares entre 1868 y 1898 las que crearon una nueva situación1. La Revolución de 1868 unió el abolicionismo y el independentismo, y forjó lazos entre las razas basados en la sangre, el sacrificio y el heroísmo compartidos. La Revolución de 1895, con su guerra popular libertadora y el sacrificio en masa del pueblo de Cuba para vencer al colonialismo español, atacó a fondo el orden colonial y desarrolló las relaciones fraternales entre las razas, el respeto mutuo y el ideal de la igualdad de todos ante la ley y en la vida social. Décadas de evolución y reformas nunca hubieran conseguido lo que lograron esos años de combate y movilizaciones. En aquella guerra los negros y mulatos tuvieron una extraordinaria participación.

Pero la intervención imperialista y la ocupación frustraron la revolución y recortaron la soberanía, y la República de 1902 quedó bajo la nueva dominación neocolonial y de la burguesía cubana, cómplice y subordinada al imperialismo.

Cuba obtuvo su independencia republicana y la gente del pueblo logró su ciudadanía, pero en esas condiciones no hubo cambios sociales que favorecieran a la masa trabajadora ni a los pequeños agricultores. Los cubanos negros y mulatos sufrieron de manera permanente la situación social muy desventajosa en que los dejaron la esclavitud y el colonialismo, y carecían de posibilidades para presionar, negociar y obtener sus derechos. El racismo logró conservar una gran fuerza tanto en la vida laboral y social, como en el mundo político. Era una gran contradicción con los ideales de la gesta mambisa2 y con el carácter democrático que debía tener la república. El malestar entre los antiguos combatientes y entre la población negra y mulata se expresó muchas veces en esos primeros años del siglo…

El 7 de agosto de 1908 se fundó la Agrupación Independiente de Color, en La Habana. Presidió el acto el veterano Evaristo Estenoz Corominas y fue secretario el periodista Gregorio Surín. Después de las elecciones de noviembre de aquel año, realizaron un fuerte trabajo organizativo; pronto se constituyeron como Partido Independiente de Color en casi todo el país, y llegaron a tener miles de simpatizantes y seguidores. En febrero de 1910 se les unió el coronel Pedro Ivonet, un héroe mambí de la invasión y de la campaña de Pinar del Río, que asumió la presidencia del partido en Oriente.

El nuevo Partido organizó su actividad utilizando las vías legales de expresión pública y electorales. Como tantos otros negros y mulatos, los independientes ligaron su nacionalismo republicano y democrático a sus reclamos y esfuerzos por lograr ascenso social y derechos civiles como hombres y mujeres “de color”, pero trataron de alcanzar estos y enfrentarse al racismo mediante la militancia política, como un arma que teóricamente estaba a su alcance dentro de las normas del sistema.

Llamo la atención hacia las demandas de su programa, porque ellas eran muy avanzadas e iban mucho más allá de la dimensión racial. Los independientes se identificaron siempre como cubanos, y recababan una república soberana, igualitaria, defensora del empleo para los nativos, el retorno a Cuba de los emigrados económicos y la inmigración sin discriminaciones raciales. Abogaron por la jornada laboral de ocho horas y tribunales del trabajo para ventilar los litigios entre trabajadores y patronos; repartos de tierras del estado y otras que se adquirieran a los cubanos pobres que las trabajaran y defensa de los agricultores contra los geófagos. Reclamaron enseñanza gratuita a todos los niveles y control estatal de la educación, cambios en la administración de justicia y el régimen penitenciario que favorecieran la equidad y la educación de los pobres, y otras medidas que trascendían las cuestiones raciales.

Los independientes estuvieron entre los cubanos que criticaban el predominio de Estados Unidos, la usurpación del territorio de la base de Guantánamo y el racismo vigente en ese país. Pero las relaciones entre el nacionalismo y la cuestión racial fueron complejas e inciertas, porque el racismo expresaba descarnadamente el retroceso del país respecto a las prácticas y el proyecto revolucionarios de 1895. El conservatismo social era el contrapeso necesario ante la existencia de la República y del liberalismo económico. El patriotismo debía ser ciego frente a las razas y, por tanto, mudo ante las injusticias por razones raciales. La idea misma del riesgo de perder la soberanía a manos de Estados Unidos se asociaba a la intangibilidad del orden existente y a la condena de todo movimiento que lo amenazara de modo real o supuesto. El interés nacional pudo levantarse como un muro frente a las demandas y las organizaciones de lucha social o racial, y coincidir en esto dominantes y dominados.

Eso no fue una mera imposición. La nación tenía sentido y valores sumamente importantes para las mayorías del país. Por eso la mayor parte de las personas “de color” estuvo ajena o rechazó las actuaciones políticas basadas en la raza en el caso de los independientes de color, aun durante el gran crimen de 1912. Unos tenían, sin duda, poca conciencia; pero muchos no estaban de acuerdo con la movilización racial como base de la actuación política.

Todo lo enfrentaron los miembros del PIC entre 1908 y 1912: la indiferencia o la incomprensión, pero sobre todo los ataques sistemáticos del poder burgués neocolonial y sus instrumentos. Calumniados de mil formas, acusados cínicamente de racistas, en 1910 se les declaró ilegales políticamente mediante una enmienda a la Ley Electoral (Enmienda Morúa), y se mantuvo presos durante seis meses a dirigentes y activistas. Con una inmensa tenacidad y consecuencia, defendieron su causa en su periódico Previsión y de todas las formas que pudieron, sin entrar en los arreglos politiqueros que eran usuales entonces. Hostigados e impedidos de utilizar la vía electoral, optaron finalmente por lanzarse a una protesta armada el 20 de mayo de 1912, décimo aniversario de la instauración de la República. Su objetivo era exigir la legalización del partido. En Oriente se levantaron miles de independientes con muy pocas armas y sin un real plan de guerra, con Estenoz e Ivonet al frente. En Las Villas también hubo alzamientos.

Aquella táctica resultó funesta. El gobierno de José Miguel Gómez pasó de los rejuegos politiqueros a la movilización de miles de soldados contra ellos, mientras una campaña de prensa muy sucia los satanizaba. Durante junio y julio sucedió un baño de sangre impune, en plena República: fueron asesinados Estenoz, Ivonet y por lo menos tres mil cubanos no blancos, la mayoría en la provincia de Oriente, lo que también sirvió para reprimir a un amplio sector del campesinado oriental que estaba siendo despojado y empobrecido por la expansión capitalista. Una gran ola de represiones, prisiones, persecuciones y una intensificación del racismo antinegro se extendieron por todo el país. La República oficial celebró el gran crimen al final de aquel verano, y lo sometió de inmediato al olvido, una situación que duró casi medio siglo.

La insurrección triunfante en 1959 propuso a todos los cubanos un igualitarismo suprarracial. Las inmensas transformaciones de la vida, las relaciones sociales y las instituciones crearon bases para que esa propuesta fuera factible. En las luchas y jornadas de intenso trabajo que siguieron, la unidad del pueblo fue exaltada como una virtud política superior. La fraternidad entre los cubanos de las más diferentes razas y procedencias sociales se consideró un ideal de pronta realización, y un anuncio claro de la liberación definitiva. En medio de prácticas y concientizaciones que brindaban oportunidades iguales, el racismo fue descalificado, execrado como una lacra del pasado, y se extendió la confianza en que el avance del socialismo iría eliminando los defectos individuales y los rezagos sociales.

En los años 60, algunas publicaciones se refirieron a la gran represión racista de 1912 como parte de un pasado abominable, pero no se adelantó mucho en el análisis de su significación y su lugar en la historia del racismo y de la dominación capitalista en Cuba3. Después, 1912 volvió a las sombras en la cultura histórica que se socializa en el país, aunque fue desarrollándose su investigación historiográfica por cierto número de autores que en los últimos años han aportado estudios realmente apreciables.  
 
Iniciativa de la dirección cubana
Sin embargo, la iniciativa del Partido Comunista de crear esta comisión no es hija de esos avances, sino de las realidades, necesidades y proyectos de la Cuba actual. La gran crisis que atenazó al país hace 15 años —y las medidas que exigió su superación— han producido notables cambios en numerosos aspectos de la vida material y espiritual, han afectado los comportamientos, los valores, los modos de vida, las motivaciones, las expectativas. La disgregación social ha sacado a la luz numerosas diversidades —y en algunos casos las ha promovido— pero no estamos mirando esos procesos con temor.

La diversidad social no es una debilidad de la nación sino una instancia muy importante de su riqueza. No se trata de admitirla, o llegar a tolerarla. Hay que comprenderla como una fuerza con potencialidades extraordinarias. El camino socialista se hará fuerte y se profundizará si es capaz de asumir esas diversidades y vivir con ellas, de conducirlas y aprender de ellas al mismo tiempo, de respetar sus identidades y atender sus demandas a la vez que les pide contribuir a la empresa de todos y entregar buena parte de sus virtudes y su trabajo a la comunidad.

La cuestión racial se ha ido levantando en estos años. Volvemos a constatar que son negros y mulatos una parte apreciable de los que están o quedan en mayor desventaja, y que el racismo muestra su vitalidad cuando se aflojan los vínculos de solidaridad y los valores socialistas. En la sorda pero tremenda pugna cultural que está en curso entre esos vínculos y las relaciones y valores del capitalismo, está claro donde se situarán los que tengan conciencia de su posición social y del proyecto que deben defender. Hoy una parte de los cubanos son por sobre todo cubanos, como lo fueron los independientes de color de hace casi un siglo, pero se identifican a sí mismos también como negros y mulatos. Necesitamos que esas identidades y esa conciencia marchen unidas, y sean una fuerza de la revolución socialista y su proyecto. Y esto, como todas las cosas importantes, es muy difícil en su realización práctica…

Esta comisión tiene el deber de poner un grano de arena en esa obra, hoy que no hay tiempo que perder, porque cada vez más cubanas y cubanos quieren tener actividades cívicas y conocimiento de lo político, quieren participar directamente. Le toca a esta comisión ayudar a recuperar la memoria histórica de una etapa de las luchas y afanes del pueblo cubano por sus derechos y su liberación de todas las dominaciones, darle de ancho a una parte de la conciencia nacional y ayudar a comprender mejor el avieso y tenaz lastre cultural que significa el racismo en nuestro país.

Debe auspiciar así la comprensión del carácter plural de la cultura nacional, y la conversión de esa riqueza compleja en una fuerza mayor en la base de la manera de vivir y del proyecto que defendemos…

Si trabajamos hermanados, con organización y sin desmayo, y avanzamos por ese camino, cumpliremos bien esta tarea.

Muchas gracias
 

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POR MIGUEL BARNET  
Como casi siempre, la historia la escriben los vencedores y, por tanto, los vencidos se observan con la psicología y la visión de las clases dominantes. Tal suerte corrió el Partido Independiente de Color, humillado y ultrajado por la política y la historiografía burguesas durante la república neocolonial. Los cubanos todos tenemos una gran deuda con aquellos patriotas que el 7 de agosto de 1908, hace 100 años, un día como hoy, fundaron, encabezados por Pedro Ivonet y Evaristo Estenoz, en la casa de este último, un partido que fue estigmatizado por casi 100 años…

El partido, además de reclamar los derechos civiles para los negros y mulatos cubanos, tenía un amplio programa social de beneficio público para las capas más humildes sin distinción de color, entre ellas, el derecho a huelga, la jornada laboral de ocho horas, el derecho a la instrucción incluso hasta niveles superiores, a la salubridad y otros beneficios que habrían sido conquistas sociales sin precedentes en la historia del continente.

No solo fueron “personas de color” —según el término de la época— los que integraron el partido o simpatizaron con él, era un partido esencialmente cubano. Los que no actuaron como patriotas fueron sus represores, verdaderos jenízaros que cometieron un imperdonable holocausto.

En el año 1908 Cuba estaba ocupada militarmente por segunda ocasión por la soldadesca yanqui. Sabemos que el naciente imperio empleó todos los métodos a su alcance para dominar económica y políticamente a nuestro país, y la discriminación racial y social formaba parte de su estrategia como lo era en los propios Estados Unidos, cuyo esquema se aplicó a la Cuba mecánicamente y dejó huellas que aún no se han borrado…

La historia no ha hecho justicia al movimiento de los Independientes de Color. La historia de Cuba ha sido la historia de los genocidios: el de nuestros aborígenes en el siglo XVI que disminuyó en varios centenares de miles a los primeros habitantes de la isla, el de la Conspiración de la Escalera4, el de la reconcentración de Valeriano Weyler en la última contienda libertaría5, el del tirano Fulgencio Batista que hizo gala de métodos de tortura y terror mostrados en el Moncada6, en las calles de las ciudades y en las Pascuas sangrientas7, el genocidio de las agresiones militares y terroristas contra la Revolución.

Pero casi nunca se menciona el genocidio a los valerosos cubanos que, entre 1908 y 1912, defendieron los derechos del pueblo cubano integrándose a un partido que en la época era el único que los representaba dignamente.

Nuestro mejor homenaje a ellos en este centenario es la tarja conmemorativa develada esta mañana como parte de otras actividades que se han desarrollado en distintas ocasiones a lo largo de este año y que continuarán en los sucesivos.

Hacer realidad, cada vez con más conciencia revolucionaria, la justicia social que preconizamos los que llevamos adelante nuestro proyecto socialista, martiano, y fidelista, que entraña la plena igualdad social, es recordar a Ivonet y Estenoz y a todos los patriotas que les siguieron. Es reconocer el derecho humano al conocimiento de la verdad histórica. Es evitar que crímenes como el de la Guerrita del 1912 se repitan. Es perpetuar la memoria de hombres como Aponte8, Estenoz e Ivonet que no pueden quedar ni un día más en el olvido.

Gloria a ellos.


1. De 1868 a 1898 los cubanos libraron una serie de guerras de independencia contra España. La primera, la Guerra de los Diez Años, fue de 1868 a 1878, seguida por la “Guerra Chiquita” en 1879-80. La última guerra de independencia, de 1895 a 1898, llevó al fin del dominio colonial español. Sin embargo, fue seguida inmediatamente por la ocupación militar del país por fuerzas norteamericanas.

2. Los mambises fueron los combatientes que lucharon contra el dominio colonial español en las guerras de independencia de Cuba.

3. Los principales defensores de esta línea eran los dirigentes del antiguo Partido Socialista Popular, el partido pro-Moscú, quienes afirmaban que volver a hablar de ese capítulo de la historia sería “divisionista”. Por ejemplo, hasta hace poco la única obra seria sobre los Independientes de Color era un libro editado en 1950, escrito por un miembro del PSP cuyo padre había sido dirigente del PIC (Los independientes de color, de Serafín Portuondo). Pero inmediatamente después de publicarse, el libro fue atacado como “no marxista” en la prensa del PSP, la cual criticó al PIC por “dividir a la clase obrera”.

4. En 1844 las autoridades coloniales españolas anunciaron que habían descubierto planes para una rebelión de esclavos organizada por negros libres y esclavos, conocida posteriormente como la “Conspiración de la Escalera”, en referencia a las escaleras a las que fueron atados los sospechosos para flagelarlos hasta que “confesaran” o murieran. Aunque se duda de la existencia de dicha conspiración, 98 personas fueron condenadas a muerte y muchos más fueron encarcelados o exiliados, o murieron torturados.

5. Durante la guerra de 1895-98 el general español Valeriano Weyler fue nombrado gobernador de Cuba, con órdenes de suprimir la lucha independentista. Su acto más notorio fue la reclusión de más de 300 mil residentes rurales en campos de concentración para impedir que ayudaran a los mambises. Al menos 200 mil murieron de hambre y de enfermedades.

6. El 26 de julio de 1953, unos 160 revolucionarios bajo el mando de Fidel Castro lanzaron un ataque insurreccional contra el cuartel Moncada en Santiago de Cuba y otro ataque simultáneo contra el cuartel de Bayamo, dando inicio a la lucha armada revolucionaria contra la dictadura de Fulgencio Batista. Tras el fracaso del asalto, las fuerzas de Batista asesinaron a más de 50 de los revolucionarios capturados. Fidel Castro y otros 27, entre ellos Raúl Castro y Juan Almeida, fueron procesados y sentenciados a condenas de hasta 15 años de prisión. Fueron puestos en libertad el 15 de mayo de 1955, tras una campaña de defensa pública que obligó al régimen a decretar una amnistía general para los presos políticos.

7. En la Nochebuena de 1956, la policía de Batista en distintos pueblos orientales de Cuba secuestró y asesinó a 23 miembros del Movimiento 26 de Julio y del Partido Socialista Popular.

8. José Aponte dirigió una rebelión de esclavos en 1812. Fue capturado y ahorcado.  
 
 
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