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Vol. 72/No. 50      22 de diciembre de 2008

 
Cinco Cubanos, ejemplo
para trabajadores en lucha
(articulo especial / Cuarto de una serie)
 
POR MARTÍN KOPPEL  
Cinco revolucionarios cubanos —Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, René González y Fernando González— están luchando por su libertad tras 10 años de estar encerrados injustamente en prisiones norteamericanas. Han derrotado los intentos de los carceleros de quebrar su moral y continúan diciendo la verdad sobre el caso que le fabricó el gobierno norteamericano. Siguen defendiendo la Revolución Cubana y reivindicando luchas por la justicia en Estados Unidos y por todo el mundo.

El artículo anterior en esta serie describió la historia de 50 años de agresión de Washington contra la Revolución Cubana: desde ataques militares hasta el embargo económico (ver el Militante del 27 de octubre). Fue frente a esta implacable hostilidad que los cinco hombres aceptaron la misión de mantener informado al gobierno cubano sobre los planes de grupos contrarrevolucionarios en Estados Unidos que han realizado ataques contra Cuba con el apoyo de Washington.

Fue por esto que fueron arrestados por el FBI y condenados bajo cargos falsos, que van desde “conspiración para cometer espionaje” hasta “conspiración para cometer asesinato”. Recibieron condenas largas y fueron dispersados a prisiones federales en diferentes partes del país, lejos de amigos y familiares.

En Cuba a los cinco se les considera héroes por realizar esta misión voluntaria y por continuar actuando como revolucionarios entre las rejas de prisiones norteamericanas.

Dentro de Estados Unidos, un número creciente de trabajadores y jóvenes van enterándose de los Cinco Cubanos, y muchos los consideran un ejemplo para todos los militantes obreros.

¿Quienes son estos hombres y qué han logrado?

Los cinco son productos ejemplares de la revolución socialista cubana. Aquí se han mantenido fieles a su historial de lucha, sirviendo en las primeras filas de la lucha de clases en Estados Unidos.

Se criaron en Cuba, donde llegaron a ser dirigentes estudiantiles y cuadros revolucionarios. Tres de ellos fueron a Angola en los años 70 y 80 como combatientes internacionalistas voluntarios —junto con cientos de miles de otros cubanos— ayudando al pueblo angolano a derrotar invasiones del régimen del apartheid en Sudáfrica. Los cinco asumieron sus tareas en Estados Unidos conscientes de que estarían separados de sus seres queridos y que corrían el riesgo de ser arrestados por el gobierno norteamericano. Hoy continúan sus actividades políticas entre rejas.

Gerardo Hernández Nordelo

Hernández, de 43 años, nació en La Habana el 4 de junio de 1965. De adolescente fue dirigente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, y se incorporó a la Unión de Jóvenes Comunistas en el undécimo grado. En 1989, se graduó del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, donde fue militó en la Federación Estudiantil Universitaria. En el curso de sus estudios universitarios, se casó con Adriana Pérez O’Connor, quien trabajaba en el Instituto de Investigaciones para la Industria Alimenticia.

En 1989 Hernández se ofreció como voluntario para Angola, saliendo de Cuba el día antes del primer aniversario de su boda. Con el grado de teniente, encabezó un pelotón de exploración en una brigada de tanques que ayudó a defender de ataques contrarrevolucionarias a Cabinda, una región petrolera de importancia estratégica. Se destacó en 54 misiones de combate y fue condecorado por su papel sobresaliente. En 1993 fue aceptado como miembro del Partido Comunista de Cuba.

En una entrevista en el periódico cubano Juventud Rebelde en 2002, Urbano Bouza Suriz, quien combatió en Angola bajo el mando de Hernández, describió sus cualidades de dirigente.

“Allí vivíamos 12 cubanos [en un pequeño refugio] y el hecho de que él como oficial compartiera lo bueno y malo de sus subordinados le daba prestigio”, dijo Bouza. “Salíamos a explorar casi todos los días. A veces de noche participábamos en emboscadas alrededor de la unidad”. En sus momentos libres, “leía bastante, sobre todo, libros del Che [Guevara]”.

Hernández, dijo Bouza, estaba preparado “tanto desde el punto de vista político y humano como psicológico” para la misión que emprendió en Estados Unidos a mediados de los años 90. “Un explorador tiene que ser excelente observador, mostrar aplomo ante el peligro, ser discreto, valiente. Y esas cualidades las aprecio en Nordelo”, según le llamaban a Hernández sus compañeros de combate. Cuando leyó en la prensa la noticia del arresto y el juicio amañado contra Hernández, Bouza dice que comentó con orgullo a sus vecinos, “¡Ese fue mi jefe en Cabinda!”

Hernández es un caricaturista talentoso. Sus caricaturas humorísticas han sido publicadas desde 1982, y en 2002 se publicó en Cuba un libro de sus obras, El amor y el humor todo lo pueden.

Hernández cumple una sentencia de doble cadena perpetua más 15 años en la prisión federal Victorville, ubicada en el desierto Mojave en el sur de California. En repetidas ocasiones el gobierno norteamericano le ha negado a su esposa Adriana Pérez una visa para visitarlo.

Antonio Guerrero Rodríguez

Guerrero, de 50 años, nació en una familia obrera en Miami el 16 de octubre de 1958. Su padre, quien se había mudado a Estados Unidos en busca de empleo como jugador profesional de béisbol, ayudó a recaudar fondos para el Movimiento 26 de Julio y el Ejercito Rebelde durante la lucha revolucionaria para derrocar al régimen de Batista. La familia regresó de visita a Cuba en noviembre de 1958, y decidió quedarse después del triunfo revolucionario en enero de 1959.

En una entrevista en julio de 2004, la hermana de Guerrero, María Eugenia, dijo que bajo la influencia del ejemplo de sus padres, “mi hermano y yo tuvimos una vida activa en las organizaciones estudiantiles. Desde que empezamos la escuela fuimos dirigentes de los pioneros, la FEEM y la UJC”, aludiendo a la Organización de Pioneros José Martí, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y la Unión de Jóvenes Comunistas.

Después de terminar la secundaria, Guerrero, mejor conocido como Tony, ganó una beca para estudiar en la Universidad de Kiev en Ucrania. En 1983 se graduó de ingeniero civil con un alto índice académico. Al regresar a Cuba trabajó en un importante proyecto para ampliar la pista del Aeropuerto Internacional Antonio Maceo en Santiago de Cuba.

En 1989 Guerrero fue aceptado como miembro del Partido Comunista de Cuba. Trabajó como especialista de construcción de aeropuertos para Cubana de Aviación. Se casó con una ciudadana panameña y vivió en ese país por unos años. Después se mudó a Miami, donde trabajó en mantenimiento en la base aérea naval Boca Chica en Cayo Hueso.

Guerrero tiene dos hijos, Antonio, de 23 años, y Gabriel, de 16 años.

Artista y poeta, Guerrero ha escrito numerosos poemas en la cárcel, una selección de los cuales fue publicada en inglés y en español bajo el título Desde mi altura.

Está cumpliendo una sentencia de cadena perpetua más 10 años en la penitenciaría federal “supermax” en Florence, Colorado.

Cuando lo sentenciaron en diciembre de 2001, Guerrero dijo al tribunal federal, “Si se me pidiera una cooperación similar, volvería a hacerlo con honor”.

En una entrevista publicada en el número del 2 de septiembre de la revista cubana Bohemia, Guerrero dijo que los Cinco Cubanos no deben ser vistos “en una dimensión distinta a la de millones de compatriotas que cada día lo dan todo por la Revolución y que podían haber estado en nuestro lugar y habrían actuado exactamente igual. No somos otra cosa que cubanos de estos tiempos, revolucionarios de estos tiempos”.

(Continuará)

 
 
 
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