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Vol. 72/No. 36      15 de septiembre de 2008

 
Ante ciclón, gobierno muestra
desprecio hacia trabajadores
(portada)
 
POR JACQUIE HENDERSON  
Horas después que el huracán Gustav golpeara la Costa del Golfo, cerca de 70 millas al suroeste de Nueva Orleans, los políticos demócratas y republicanos se felicitaban entre ellos por “haber esquivado la bala”. La tormenta pasó sin que ninguno de los diques de contención se derrumbara como sucedió durante el huracán Katrina en 2005. Pero el pueblo trabajador recuerda la indiferencia e insensibilidad que demostró el gobierno hace tres años.

Bajo la presión de miles de trabajadores que trataban de volver a sus casas en Nueva Orleans, el alcalde C. Ray Nagin retiró su decisión anterior de impedir que regresen y levantó los retenes policiales en la ciudad.

Para evitar el riesgo de que se repita el escándalo de Katrina, en el que más de 1800 personas murieron por la falta de acción del gobierno, esta vez las autoridades municipales ofrecieron acceso a omnibuses, trenes y aviones. La mayoría de la gente tenía poca información de dónde se le enviaría, simplemente recibieron órdenes de que salieran de la ciudad. Nagin anunció un toque de queda “desde el anochecer hasta el amanecer”, y advirtió que aquellos que permanecieran serían considerados como saqueadores si salían de sus casas.

“A cualquiera que lo agarremos saqueando en la ciudad de Nueva Orleans irá directamente a Angola [la penitenciaría estatal de Lousiana] … Irás directamente a la cárcel con el resto de los presos,” dijo en una rueda de prensa el 30 de agosto. Añadió que se duplicó la Guardia Nacional y la fuerza policial. “Es como Katrina”, dijo Eloise Williams, un trabajador de la salud jubilado al Militante por teléfono. “No sabemos en qué situación nos vamos a encontrar en las ciudades a las que nos lleven”, dijo.

Un corresponsal del New York Times viajó en un ómnibus que llegó a un refugio en Birmingham, Alabama, 12 horas después de salir de Nueva Orleans. Los pasajeros, la mayoría trabajadores, nunca fueron informados de su paradero final. Una vez que llegaron al refugio en Birmingham, no les permitieron salir del ómnibus por una hora, y luego se enteraron de que ya no quedaban camas ni comida en el refugio. Después llegaron más provisiones para las 1200 personas que las autoridades metieron en las instalaciones diseñadas para 500.

Solo una semana antes de que tocara tierra el huracán Gustav, las autoridades del gobierno reconocieron lo poco que se había reconstruido y qué tan vulnerable a una tormenta se encontraba la ciudad, especialmente sus barrios de clase trabajadora. Todavía quedan 350 millas de diques por reparar e infraestructura de protección a las inundaciones por terminar. El diario Los Angeles Times informó el 1 de septiembre que el “Congreso ha autorizado programas por casi 15 mil millones de dólares para que se mejore todo el sistema para el año 2011. Pero solo se ha completado el 25 por ciento de ese proyecto”.

El pueblo trabajador no ha salido mucho mejor en las reparaciones de sus viviendas que fueron devastadas por Katrina. Tres años después quedan casi 65 mil edificios dañados y lotes abandonados. Los alquileres, sin embargo, se han disparado en un 46 por ciento.

Unos días antes de que Gustav tocó tierra, se dieron varias protestas en la ciudad en conmemoración del tercer aniversario de Katrina. Más de cien personas se manifestaron en el distrito 9 (Lower 9 Ward) y marcharon a un parque de la ciudad. Ellos protestaron el hecho que la mayoría de las escuelas públicas permanecían cerradas, así como el hospital público de la ciudad. El pueblo trabajador de la ciudad enfrenta una crisis de vivienda mientras las autoridades municipales vienen montando una campaña para eliminar la vivienda pública. Los manifestantes también exigieron que el 29 de agosto se declare un día feriado estatal. Esa tarde otra manifestación de casi 200 personas se reunió en la vivienda pública B.W. Cooper, proyecto que la municipalidad está en pleno proceso de demolición.

Desde allí los manifestantes marcharon a la municipalidad. Hicieron una parada frente al hospital Charity, un hospital público clausurado, y exigieron que sea reabierto. También llevaron a cabo una protesta contra la brutalidad policial en la estación de ómnibus Greyhound, que fue convertido en cárcel después de Katrina.

Los familiares de dos hombres muertos a manos de la policía en el puente Danziger después de Katrina hablaron en contra de la reciente decisión de retirar los cargos en contra de siete policías que dispararon contra esos hombres desarmados. Los manifestantes también se unieron con los trabajadores que buscan trabajo a diario para pedir que se ponga alto a las redadas y deportaciones de los trabajadores indocumentados. La protesta culminó en el Treme Community Center, un edificio que antes servía como escuela pública. Muchas escuelas de la ciudad permanecen cerradas.  
 
 
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