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Vol. 72/No. 16      21 de abril de 2008

 
Protestas anti China en relevo olímpico
(portada)

POR OLYMPIA NEWTON  
Protestas contra China en Grecia, Francia, Inglaterra y Estados Unidos han trastornado el relevo de la antorcha olímpica que empezó a finales de marzo. Los manifestantes están utilizando los recientes ataques del gobierno chino contra las protestas en Tíbet para exigir un boicot de los juegos olímpicos en Beijin este verano.

Activistas anticomunistas y liberales han convertido el paso de la antorcha por 21 países en una plataforma para atacar a China por su record en cuestiones de derechos humanos, política ambiental y sistema político. “El gobierno chino espera utilizar Beijin 2008 para ganar reconocimiento y aceptación como un poder mundial legítimo, al mismo nivel que los otros países democráticos que han organizado olimpiadas”, dice la página web de Estudiantes por un Tíbet Libre (SFT), uno de los principales grupos involucrados.

En Atenas, manifestantes interrumpieron por un tiempo breve la ceremonia para encender la llama olímpica. En París, las manifestaciones atrajeron a organizaciones como Amnistía Internacional y Periodistas Sin Fronteras, así como a un partido político clandestino que está en contra el gobierno chino y a nacionalistas taiwaneses. Funcionarios de gobiernos locales colgaron una pancarta afuera del ayuntamiento que decía: “París defiende los derechos humanos en todos los lugares del mundo”.

“Si el gobierno chino quiere la aceptación de la comunidad internacional, tiene que parar inmediatamente sus ataques infundados contra el Dalai Lama y comenzar a trabajar hacia una solución del problema tibetano”, dijo Conall Hon, de 26 años de edad y miembro del SFT en el Reino Unido, en un comunicado de prensa el 5 de abril.

Distanciándose de la llamada a un boicot, la mayoría de los poderes imperialistas han respaldado la campaña “Tíbet Libre” y al Dalai Lama, el dirigente de la derrocada aristocracia feudal. En una reunión el 29 de marzo de los ministros de asuntos exteriores de la Unión Europea, se llamó al diálogo entre el gobierno chino y el Dalai Lama, pero no enfatizo la sugerencia de un boicot. El presidente de EE.UU., George Bush, telefoneó al presidente chino, Hu Jintao, para urgirle a negociar con el Dalai Lama. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, sugirió que quizás boicoteará la ceremonia de inauguración.

La política antiobrera de la burocracia china, incluyendo la brutal represión de la religión, el idioma y los derechos culturales de las nacionalidades oprimidas como los tibetanos, ha dado a los poderes imperialistas una excusa para su campaña de largo plazo para aislar al estado obrero. Al mismo tiempo, China es importante estratégica y económicamente para los poderes imperialistas, a la vez que maniobran con la burocracia gobernante para conseguir estabilidad política y mayor comercio e inversiones.

En marzo hubo protestas en Tíbet y otras partes de China. Monjes budistas fueron arrestados cuando intentaban realizar un mitin para conmemorar el 49 aniversario del levantamiento inspirado por los terratenientes contra la revolución china. Las protestas se extendieron e incluyeron motines contra chinos Han que han emigrado a la región.

Tibet, históricamente distinto de China pero gobernado durante décadas por los emperadores chinos, vivía en un sistema feudal dirigido por una jerarquía religiosa encabezada por el Dalai Lama. El Ejército Popular de Liberación Chino entró en Tibet en 1950, después del triunfo de la revolución china. Las opresivas relaciones de propiedad en Tíbet estaban cada vez más en conflicto con el estado obrero chino. En 1959, los poderes imperialistas respaldaron una revuelta de los terratenientes que intentaban recuperar el control. La derrota del levantamiento fue un revés para el imperialismo.

Desde ese momento, los poderes imperialistas y sus acólitos, incluyendo una plana de personalidades destacadas, han utilizado la campaña “Tíbet Libre” como cuña contra China. Las protestas recientes, que han ido más allá de Tíbet y han incluido alguna participación por parte de sectores sociales fuera de los monjes budistas, han sido las más grandes en 20 años.

En los últimos diez años el gobierno chino ha invertido miles de millones de dólares para desarrollar la infraestructura de Tíbet, incluyendo la construcción de carreteras y un ferrocarril. Como en otras áreas rurales, la dirigencia china utiliza métodos capitalistas para fomentar inversiones extranjeras y desarrollo. Las desigualdades sociales que acompañan a esta política están creando un barril de pólvora no solo entre los tibetanos, que son objeto de opresión nacional, sino entre los trabajadores chinos en general.  
 
 
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