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Vol. 71/No. 40      29 de octubre de 2007

 
¡No a redadas, leyes antiinmigrantes!
(editorial)
 
A medida que la policía de inmigración continúa sus redadas intensificadas en fábricas y barrios obreros por todo el país, desde Los Angeles hasta Nueva York, los trabajadores debemos seguir organizando actividades grandes y visibles en las calles para exigir el cese de las deportaciones y la legalización incondicional de todos los inmigrantes ya.

Un buen ejemplo de estas actividades son las movilizaciones que han venido realizando trabajadores en Virginia para protestar contra leyes antiinmigrantes. Los funcionarios del condado han aprobado medidas que le dan a la policía local la autoridad para arrestar e interrogar a trabajadores en torno a su condición migratoria y que privan a los indocumentados de derechos sociales fundamentales.

Independientemente de los resultados de estas propuestas legislativas, las movilizaciones de los trabajadores y sus partidarios pueden ayudar a educar y convencer a millones de personas —tanto nacidos en Estados Unidos como nacidos en el exterior— sobre la necesidad de oponerse a los ataques a los inmigrantes indocumentados.

La clase capitalista estadounidense sigue dividida respecto a política de inmigración. Por eso no se ha puesto de acuerdo sobre una ley de “reforma inmigratoria”. Los patrones enfrentan un dilema que ellos mismos crearon. Por un lado, ellos siguen atrayendo mano de obra inmigrante de todo el mundo —incluidos millones sin documentos— porque necesitan una capa permanente superexplotada de la población. Se ven obligados a aumentar sus tasas de ganancias ante la competencia de sus rivales económicos a nivel mundial. Por eso la agricultura e industrias como la costura, la carne y la construcción dependen muchísimos de la fuerza de trabajo de los inmigrantes.

Por otro lado, para poder producir superganancias, tienen que mantener intimidada y sin derechos una gran reserva de mano de obra extranjera. Para eso sirve la policía de inmigración y sus redadas de terror, y los intentos de limitar los derechos sociales de los indocumentados. Al criminalizar a un sector de la clase obrera, los gobernantes pueden oponer a los trabajadores entre sí y usar a algunos de ellos como chivos expiatorios, culpándolos del desempleo, la crisis de la vivienda y otros problemas causados por el propio sistema capitalista. Al deprimir sus salarios pueden bajar los salarios de todos.

Pero la ola masiva de trabajadores que llegan de otros países ha ayudado a romper las divisiones entre los trabajadores y ha aumentado las posibilidades de forjar la solidaridad. Al movilizarse por la legalización y sumarse a luchas sindicales y sociales en Estados Unidos, los inmigrantes tienen un impacto en la conciencia de los trabajadores nacidos aquí, al tiempo que ellos mismos se deshacen de prejuicios. Para los patrones, esa creciente confianza obrera es un gran problema, así que tienen que recurrir a su policía y a sus leyes para mantener a raya a nuestra clase.

Como a veces señalan los trabajadores indocumentados: “Los patrones no pueden vivir con nosotros, ni pueden vivir sin nosotros”. Algunos patrones temen que los ataques antiinmigrantes les están creando una escasez de mano de obra. Una muestra de esta contradicción es la reciente decisión de un juez federal de impedir que el gobierno envíe cartas “no-match” que amenazan multas contra los patrones que no resuelvan las discrepancias con los números de Seguro Social de sus empleados. Otro ejemplo es el plan del estado de Nueva York de permitirles a los inmigrantes obtener licencias de conducir sin tener número de Seguro Social.

En los debates sobre inmigración, las maniobras legislativas y los llamados a apoyar a tal o cual político capitalista en las próximas elecciones, los trabajadores no podemos depender de uno u otro político demócrata o republicano, ya que todos ellos sirven los intereses de los gobernantes adinerados. Solo podemos depender de la acción obrera, desde las manifestaciones para reclamar la legalización hasta las luchas para defender u organizar sindicatos.
 
 
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