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Vol. 71/No. 26      2 de julio de 2007

 
‘Un libro para aprender a luchar y vencer’
Presentan ‘Nuestra historia aún se está escribiendo’
en festival sobre presencia china en Cuba
(especial)
 
A continuación publicamos las palabras de Mary-Alice Waters en una conferencia de tres días en La Habana, Cuba, que se enmarcó en un festival celebrado del 30 de mayo al 2 de junio para conmemorar “el 160 aniversario de la presencia china en Cuba” (ver artículo en la edición de la semana pasada). Ella habló sobre el libro Nuestra historia aún se está escribiendo: La historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana, por Armando Choy, Gustavo Chui y Moisés Sío Wong. Waters es la editora del libro y presidenta de la editorial Pathfinder.

En el evento del 1 de junio también participaron dos de los tres autores d el libro, los generales Sío Wong y Chui.

Este texto se reproduce con autorización. Copyright © 2007 Pathfinder Press.

POR MARY-ALICE WATERS  
A nombre de la editorial Pathfinder quiero agradecer a los organizadores de esta conferencia -especialmente a la compañera Carmen [Eng], a la compañera María Teresa [Montes de Oca Choy], al compañero [Gustavo] Chui y a [Moisés] Sío Wong— por la oportunidad de acompañarlos hoy para hablar sobre Nuestra historia aún se está escribiendo: La historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana.

Voy a decir unas palabras sobre dos temas. Primero, por qué este libro es importante en tierras más allá de Cuba. En segundo lugar, por qué ha provocado un interés tan amplio, hasta ahora especialmente en Estados Unidos.
 

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Las entrevistas que al final llegaron a conformar este libro fueron una labor de cuatro años. Ninguno de nosotros pensaba, cuando empezamos, que el producto de nuestro trabajo sería un libro de bastante más de 200 páginas. Pero la verdad es que la historia se hizo más y más interesante a medida que fuimos avanzando. No podíamos detenernos.

Nuestra historia aún se está escribiendo comienza con la historia de tres jóvenes que, como miles de su generación, se negaron a aceptar las brutalidades e indignidades de la vida bajo la dictadura de Batista. Se integraron a la lucha contra la tiranía, y al final se alzaron en armas para acabar con ésta, formando parte del Ejército Rebelde. Es la historia de cómo ellos mismos se transformaron, cómo lograron cosas que jamás habían soñado que serían posibles, al tiempo que lucharon -exitosamente— para transformar las condiciones de vida para todos los cubanos.  
 
Introducción a la revolución cubana
Pero el libro es aún más que eso, mucho más.

Es una introducción a la Revolución Cubana.

Hemos visto cómo jóvenes de todas las procedencias, y de países de todo el mundo, se identifican con los tres jóvenes cubanos rebeldes que llegan a conocer en las páginas de este libro. Muchos pueden imaginarse haciendo exactamente lo mismo bajo condiciones similares.

Pero el libro ha tocado una fibra especial entre muchos jóvenes chinos y otros asiáticos en Estados Unidos, Canadá y otros países.

Esto se debe, en parte, al hecho que durante mucho tiempo se les ha negado el conocimiento de sus propias historias orgullosas de lucha en Norteamérica y otras partes de la diáspora asiática. Se asombran al enterarse que, entre 1847 y 1875, casi el mismo número de chinos llegó a Cuba que a Estados Unidos, en una época cuando la población de Estados Unidos era de 38 millones, mientras que la de Cuba era de 1.4 millones. Solo a partir de ese hecho, empiezan a comprender el peso extraordinario y la importancia política que tienen en la historia de las luchas revolucionarias de Cuba los chinos que llegaron a las orillas cubanas como trabajadores por servidumbre.

Los generales relatan de manera popular esta historia de la inmigración china a Cuba, incluyendo el papel ejemplar y singularmente intachable de los batallones de trabajadores chinos que lucharon por la independencia contra los amos coloniales españoles a fines del siglo XIX. Esa lucha -inseparable de la batalla en todo el continente americano por la abolición de la esclavitud y la eliminación de toda clase de servidumbre— fue el crisol en el cual se forjó la propia nación cubana. Como a menudo se dice aquí en Cuba, con mucho orgullo: esta nación es una tercera parte africana, una tercera parte china y una tercera parte española.

Los tres generales participaron en la misión internacionalista cubana en defensa de la soberanía de Angola. Cada uno relata sus experiencias en esa gesta de casi 16 años, entre 1975 y 1991, que derrotó a las fuerzas armadas del régimen sudafricano del apartheid. Como dijo Nelson Mandela tan acertadamente al pueblo de Cuba en 1991, la contribución de ustedes fue un aporte sin paralelo a la historia de los pueblos de Africa. La contraportada de este libro capta muy bien esa fuerza perdurable del internacionalismo proletario de la Revolución Cubana. En las palabras de Fidel, “Quién no esté dispuesto a combatir por la libertad de los demás, no estará jamás dispuesto a combatir por su propia libertad”.

A menudo decimos a los jóvenes en Estados Unidos, “Si quieren entender por qué el pueblo cubano logró resistir y superar la crisis del Periodo Especial —desafiando todas las predicciones al contrario— no hay mejor forma de comenzar que con la lectura de este libro”. Sin el siglo y medio de lucha que el libro documenta -incluyendo la ayuda abnegada que se dio a Angola— esto no habría sido posible.

Nuestra historia también es una de las mejores fuentes para empezar a entender por qué cinco jóvenes internacionalistas cubanos arriesgaron la vida hace una década al infiltrarse en grupos contrarrevolucionarios cubanos en Florida para ayudar a defender al pueblo cubano contra las conspiraciones asesinas de estos grupos, y para exponer la verdad sobre ellos, una verdad que se le oculta al pueblo en Estados Unidos. Y para entender por qué el gobierno de Estados Unidos usa las condenas draconianas contra estos cinco héroes de la Revolución Cubana para tratar de castigar al pueblo cubano por la audacia de hacer, y de defender con tenacidad por casi 50 años, la primera revolución socialista de América.  
 
La fuerza del ejemplo de Cuba hoy
Uno de los aspectos más notables de la respuesta a Nuestra historia es que, por más interés que haya en la lucha revolucionaria contra la tiranía batistiana, lo que más impacta a los lectores son las descripciones de lo que se está haciendo hoy día en Cuba.

En la última sección del libro, titulada “El Periodo Especial y más allá”, cada uno de los tres compañeros habla de sus responsabilidades actuales. En la dirección de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Al frente del Instituto Nacional de Reservas Estatales. En la transformación de la infraestructura del puerto de La Habana y la limpieza de un siglo y medio de contaminación industrial de la bahía y su cuenca tributaria. En los esfuerzos para desarrollar un programa de agricultura urbana en pequeña escala para ayudar a vencer la crisis alimentaria del Periodo Especial. En la ayuda al pueblo de Venezuela.

A través de sus relatos podemos ver la revolución socialista de Cuba a medida que avanza hoy día. Tomando la frase de Chui, vemos la historia que “aún se está escribiendo”.
 

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De los 400 y pico de títulos que la editorial Pathfinder mantiene disponibles, más de 60 son libros y folletos que buscan hacer que la historia real, y en muchos casos compleja, de la Revolución Cubana sea accesible para los que vivimos fuera de Cuba y que tanto necesitamos aprender del ejemplo revolucionario del pueblo cubano. Aprender no solo cómo luchar, sino cómo vencer. Sin embargo, ninguna de nuestras publicaciones de los últimos años ha suscitado un interés tan amplio como Nuestra historia aún se está escribiendo.

Solo desde septiembre del año pasado, se han celebrado más de 25 eventos para discutir este libro en ciudades, comunidades chinas y universidades por todo Estados Unidos y Canadá, así como en Australia, Nueva Zelanda, el Reino Unido y Venezuela. Unos cuantos han atraído un público de 80, 100 personas o más. Una actividad en la biblioteca pública de Vancouver, Canadá, superó los 300. Un porcentaje elevado de los asistentes son personas que antes no tenían ningún conocimiento especial sobre la Revolución Cubana o interés en el tema.

Para nosotros esta experiencia no tiene precedentes. La mayoría de estas actividades en las universidades o en la comunidad china han sido auspiciadas y organizadas por múltiples organizaciones estudiantiles, especialmente grupos de estudiantes asiático-americanos y latinoamericanos. Y por asociaciones históricas chinas, bibliotecas públicas que atienden comunidades chinas, y facultades universitarias: de estudios asiático-americanos, de estudios étnicos, de estudios latinoamericanos y otros más.

En unas cuantas, se ha ofrecido traducción al mandarín, al cantonés o ambos, además de traducción al español.

Entre los oradores han participado decenas de estudiantes, tanto nacidos en Estados Unidos como inmigrantes recientes, incluyendo jóvenes chinos procedentes de Hong Kong, Taiwán, la República Popular China y diversos países por toda Asia que estudian en Estados Unidos. Y decenas de profesores y otras personas que tienen mucho interés en la historia orgullosa de luchas contra el colonialismo y la dominación imperialista de Nuestra América.  
 
Pueblo trabajador: la verdadera globalización de la humanidad
¿Qué explica la amplitud tan asombrosa de este interés?

Ante todo, creo que la respuesta es un indicio del surgimiento de algo nuevo en la lucha de clases en Estados Unidos. Se han hecho sentir las primeras brisas de una nueva vanguardia obrera. Es una vanguardia en la cual las filas crecientes de trabajadores inmigrantes, muchos de ellos privados de documentos de residencia, a menudo ocupan un papel central al luchar por la dignidad tanto en el trabajo como fuera del trabajo, por su vida y sustento, exigiendo la residencia legal inmediata para todos los inmigrantes. “Somos trabajadores, no criminales” es una bandera que portan con orgullo.

Pero no se trata principalmente de una cuestión de inmigración. Es una batalla por la solidaridad de clase y la conciencia de clase, una batalla que decidirá el futuro de la clase trabajadora en Estados Unidos. Continuarán reveses e impasses en las batallas con los patrones. Pero se van sentando las bases para reforzar la resistencia de los trabajadores y sus sindicatos a la brutal e intensificada ofensiva capitalista de las últimas dos décadas. Esa ofensiva ha logrado reducir los salarios a la mitad en industrias básicas como las empacadoras de carne, y ha acelerado el ritmo de producción a niveles sin precedentes que causan la muerte o mutilación para miles de trabajadores.

La ausencia en la práctica de una frontera entre Estados Unidos y México, y el desarrollo de una vanguardia cada vez más consciente y combativa entre millones de trabajadores que cruzan de un lado al otro, representan la crisis más grande que enfrentan los gobernantes norteamericanos. Más grande que Iraq o Afganistán. Podrán retirarse -temporalmente— de uno u otro frente de batalla en su llamada “guerra global contra el terrorismo” y sobrevivir, y al final así lo harán. Pero no pueden dejar de intensificar su explotación de nuestra fuerza de trabajo, impulsada por el lucro, sin dejar de existir. Sí, nosotros somos sus sepultureros. Y sí, Marx tenía razón: los capitalistas siguen produciéndonos. Nosotros, el pueblo trabajador, somos la verdadera globalización de la humanidad.

Esto, más que cualquier otra cosa, es lo que explica el interés de los jóvenes asiáticos en Estados Unidos en aprender acerca de su propia historia aquí. Explica su orgullo al descubrir los siglos de luchas de sus antepasados contra la explotación y opresión que lograron vencer. En cada evento, sin excepción, por lo menos un joven de ascendencia asiática ha comentado, “Nunca supe que había chinos en Cuba, ni en cualquier otro país de América Latina”.

Pero lo decisivo es el ejemplo de Cuba hoy. Lo que sobresale es la falta de discriminación contra los cubanos de ascendencia china, su integración a todos los niveles de la sociedad cubana, en contraste notable con lo que enfrentan los chinos en el resto de América y por todo el mundo. Armando Choy, Gustavo Chui y Moisés Sío Wong no son excepciones. Son un producto representativo de la revolución socialista cubana.

En el libro, Sío Wong relata una discusión que tuvo hace unos años con el presidente de la Asociación Internacional por el Estudio de los Chinos de Ultramar que asistía a una conferencia aquí en Cuba sobre la diáspora china en América. El presidente le preguntó, “¿Cómo es que usted, siendo hijo de chinos, ocupa un alto cargo en el gobierno, es diputado a la Asamblea Nacional, es general de la fuerza armada?”

La respuesta, le dijo Sío Wong, no era compleja. La diferencia es que “aquí se llevó a cabo una revolución socialista”. Una revolución que eliminó la discriminación basada en el color de la piel porque “eliminó las relaciones de propiedad que crean la desigualdad no solo económica, sino también social entre el rico y el pobre”. Eso ha hecho que la experiencia de los chinos en Cuba sea diferente de la de otras partes de América. Eso es lo que hace que este libro sea importante.  
 
Una petición especial
Para terminar, quiero dirigir unas palabras a nuestros compañeros chinos que participan en este evento especial que conmemora el aniversario 160 de la llegada a Cuba de los primeros barcos con trabajadores chinos por contrato.

Nuestra historia aún se está escribiendo se publicó simultáneamente en español e inglés. Sin embargo, en todas partes donde lo hemos presentado, siempre hay jóvenes así como otras personas que preguntan, “¿Y cuándo estará disponible en chino? Por favor, avísennos en cuanto lo tengan para que podamos organizar otra actividad para discutirlo, un evento donde todos podamos participar realmente sobre la base de condiciones iguales”.

Hoy día en Estados Unidos y en Canadá (sin hablar de otros países), hay ¿un millón? ¿dos millones? ¿quién conoce la cifra exacta? de nuestros compañeros de trabajo y de estudio que no podrán leer este libro hasta que lo tengamos en chino. Y ese número va creciendo a diario.

Cuando anunciamos que ya está en marcha la traducción al chino, organizada por el Centro Internacional de Arte y Cultura China en Beijing, esa noticia invariablemente suscita un aplauso entusiasta espontáneo. A los públicos les encanta saber de los planes para presentar el libro en China en septiembre de este año como parte de las actividades que se harán allá para conmemorar el aniversario 160 de la presencia china en Cuba.

Así que esperamos que nuestros compañeros chinos puedan transmitir esta petición de sus compatriotas en América cuando ustedes regresen a China, y que nos ayuden a cumplir sus solicitudes ávidas.

Para nosotros ha sido un honor poder ayudar a que esta historia sea accesible para aquellos en todo el mundo que lo usarán al tiempo que también aprenden a luchar como luchan los cubanos… y a vencer.  
 
 
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