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Vol. 71/No. 15      16 de abril de 2007

 
¿Pueden ‘tarjetas de autorización’
revertir declive sindical EE.UU.?
(especial, Hablando de la Union)
 
POR DOUG NELSON  
La aprobación del "Acta para la libertad de opción del empleado” por la Cámara de Representantes el primero de marzo ha sido pregonada por la cúpula sindical y los grupos radicales de clase media como la salvación del movimiento sindical, cuya membresía continúa en declive.

El proyecto de ley haría una enmienda al “Acta Nacional de Relaciones Laborales,” requiriendo que la Junta Nacional de Relaciones Laborales reconozca a un sindicato sin realizar elecciones, si la mayoría de los trabajadores en el centro de trabajo firman tarjetas de autorización indicando que quieren ser representados por dicho sindicato.

El voto de la Cámara “marca un momento decisivo importante”, dijo el presidente del AFL-CIO John Sweeney el primero de marzo. “En las últimas décadas, la ley laboral ha sido tan enrevesada por las corporaciones y sus matones anti sindicatos a sueldo, que actualmente es virtualmente imposible formar un sindicato contra los deseos de la patronal”.

Un artículo en la edición de marzo de Political Affairs, una revista que refleja los puntos de vista del Partido Comunista de Estados Unidos, dijo que “La aprobación de este potencialmente histórico proyecto de ley ha sido la principal prioridad del movimiento sindical”.

Sin embargo, si este se convierte en ley no dará marcha atrás a la profunda crisis de los sindicatos. El debilitamiento del movimiento sindical, incluso el declive en la cantidad de miembros y los reveses en las campañas de sindicalización, es ante todo el producto del curso mantenido durante décadas por los funcionarios sindicales de subordinar los intereses del movimiento obrero a los de la patronal.

Con una dirección de clase, los trabajadores pueden y se han movilizado para ganar las elecciones de representación sindical y contrarrestar los esfuerzos de la patronal para victimizar a los partidarios de los sindicatos.  
 
Por elecciones secretas
De hecho, las elecciones de representación con voto secreto en los centros de trabajo —y no las tarjetas de autorización— es la forma más eficaz para que los trabajadores expresen lo que quieran en relación a la sindicalización. Ganar tal elección frente a los intentos de intimidación por parte de la empresa significa que las filas se han convencido, mediante su participación en la lucha, de la necesidad de sindicalizarse.

Esto no es una condición onerosa sino más bien un método necesario para hacer frente a la patronal, no solo para ganar el reconocimiento sindical sino también para tener éxito en luchas subsecuentes por un contrato y para que se acaten las previsiones de este en el trabajo.

Los funcionarios sindicales han hecho campaña en favor de un proyecto de ley para las tarjetas de autorización para pretender que están haciendo algo para sindicalizar a los no sindicalizados, para cubrir el hecho de que no están haciendo nada.

La membresía sindical en Estados Unidos cayó otro 0.5 por ciento el año pasado, al 12 por ciento de la fuerza laboral. Esto es parte de una tendencia a largo plazo. El porcentaje de trabajadores sindicalizados en este país ha disminuido progresivamente desde su punto más alto del 25.5 por ciento en 1953.

Los salarios reales han continuado descendiendo durante las últimas tres décadas, a menudo sin mucha resistencia organizada por los funcionarios sindicales. En años más recientes, por ejemplo, los altos funcionarios sindicales en las industrias de aerolíneas y automotriz han aceptado las demandas de la patronal por concesiones para “salvar nuestra compañía”, con resultados desastrosos para los trabajadores.

El declive del movimiento sindical ha hecho más fácil para la patronal y sus representantes políticos en Washington —los demócratas y los republicanos— erosionar los salarios, las prestaciones médicas, la seguridad social y los derechos sindicales.  
 
Radicalización sindical de los 30
Para entender lo que hoy enfrenta el movimiento sindical es útil mirar brevemente a su ascensión en la década de los años 30.

En 1934, a pesar de las debilidades de los pequeños sindicatos de orientación gremial y otras condiciones adversas de la época, surgieron tres batallas obreras militantes gigantescas: entre los trabajadores de la industria del transporte por carretera en Minneapolis, entre los obreros automotrices en Toledo y entre los portuarios en San Francisco. En Minneapolis, especialmente, se forjó en lucha una dirección de clase desde las filas sindicales, que se estaban radicalizando y siendo más combativas bajo la presión de una grave crisis capitalista. Estas luchas dieron origen a un viraje decisivo histórico para el movimiento sindical, a medida que la afiliación sindical comenzaba a extenderse y las masas de trabajadores ganaban confianza mientras arrancaban concesiones a los patrones.

Fue bajo el impacto de estas y otras luchas que en 1935 se formó el Congreso de Organizaciones Industriales, y el gobierno aprobó el Acta de Seguridad Social y Acta Nacional de Relaciones Laborales.

La dirección colaboracionista de clase de los socialdemócratas y del Partido Comunista estalinista, que dominaba el movimiento sindical, incapacitó y eventualmente quebró el ímpetus combativo de las masas insurgentes. Estos falsos dirigentes lograron atar al nuevo movimiento sindical industrial al partido Demócrata, comenzando con las elecciones de 1936.

Los sindicatos fueron gradualmente puestos bajo el control de una cúpula sindical lista para actuar como “socios” de la clase patronal. El uso de todo el poder de los sindicatos fue sustituido por la dependencia en la ayuda de la administración Roosevelt.

La democracia entre las filas sindicales establecida durante las luchas obreras fue socavada. Mientras el gobierno de Roosevelt enlistaba a la burocracia sindical a dar apoyo a sus preparativos bélicos, la clase patronal lanzó una cacería de brujas contra militantes que se oponían a su política exterior. Este curso prevaleció durante todo el periodo de la guerra fría.

Para finales de la década de los 70, con el agotamiento de la expansión económica de la post guerra, los patrones escalaron su ofensiva contra los sindicatos y la clase obrera. Con la resistencia del pueblo trabajador el movimiento sindical volvió al centro del escenario de la política de Estados Unidos. Pero el curso colaboracionista de clase de los funcionarios sindicales se había atrincherado hasta tal punto que esto no pudo revertir el declive general de los sindicatos.  
 
Politización de la clase obrera
Los recientes ejemplos de renovación en la resistencia y la politización de la clase trabajadora, sin embargo, dan la pauta a seguir.

Un ejemplo importante hoy día es la lucha de trabajadores por la legalización de los inmigrantes indocumentados y contra las deportaciones. Esto se hizo evidente en las movilizaciones de masas el año pasado por los derechos de los inmigrantes, incluyendo la primera huelga general política en la historia de Estados Unidos el Primero de Mayo.

Realizar una campaña por las reivindicaciones de millones para poner un alto a las redadas, las deportaciones y por la inmediata e incondicional legalización de los inmigrantes indocumentados debería de ser la prioridad del movimiento sindical, y no el cabildeo en el Congreso por un proyecto de ley para “la revisión de tarjetas”.

Lo que es más, las experiencias de la última década muestran que aún bajo las condiciones adversas de hoy, los trabajadores pueden ganar elecciones para la representación sindical.

Una ilustración de esto fue cuando los trabajadores del matadero Dakota Premium Foods, en Sur St. Paul, Minnesota, iniciaron una lucha por la sindicalización en junio de 2000 después de un plantón. Ganaron la elección para ser representados por el Local 789 del sindicato de la industria alimenticia UFCW en julio de 2000, y un contrato sindical en 2002.

Otro ejemplo fue el de los trabajadores de la mina de carbón Co-Op en Huntington, Utah, que lanzaron una huelga de 10 meses en septiembre de 2003 después de un cierre patronal cuando los obreros protestaron contra el hostigamiento de la empresa y el despido de partidarios del sindicato en la mina. Los mineros derrotaron repetidamente los intentos de la empresa de aplastar su lucha, incluso una demanda legal por difamación por parte de los patrones contra 16 mineros involucrados en la lucha de sindicalización y muchos de sus partidarios, así como periódicos que informaban de su lucha, incluyendo al Militante. Estos trabajadores buscaron la solidaridad y ganaron apoyo en el oeste del país y más allá.

A pesar de que la empresa no llegó a romper su moral, al final la mayoría de los trabajadores, en su mayoría inmigrantes mexicanos, fueron despedidos en base a que carecían de la documentación adecuada, una semana antes de la elección para la representación sindical que estaban preparados para ganar. Esto enfatiza por qué es vital para el movimiento sindical luchar por la legalización de todos los trabajadores inmigrantes.‘Tomando posesión de la lucha’

En una reunión pública en St. Paul, Minnesota, el 27 de mayo de 2006, Bernie Hesse, director de asuntos legales del Local 789 del UFCW, señaló que la lucha de Co-Op, como la de Dakota Premium Foods, fue definida ante todo por el hecho de que “los trabajadores tomaron posesión de su lucha” desde el comienzo.

Esta es la cuestión central de lo que se necesita para la revitalización del movimiento sindical hoy, mostrando cómo los trabajadores pueden crear el liderazgo que se merecen.
 
 
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