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   Vol. 70/No. 49           25 de diciembre de 2006  
 
 
San Francisco: en mitin del Barrio Chino
presentan libro sobre Revolución Cubana
(portada)
 
POR BETSY STONE  
SAN FRANCISCO—El salón de la Biblioteca Pública del Barrio Chino de esta ciudad estaba colmado el 2 de diciembre para la presentación del libro Nuestra historia aún se está escribiendo: La historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana.

La biblioteca, que auspició el evento, es una de las más activas en San Francisco y desde hace muchos años es un centro de actividades culturales e intercambio de ideas en el Barrio Chino. Cuenta con una extensa colección de libros en chino.

Los bibliotecarios divulgaron la actividad con volantes en inglés y en chino. Varios jóvenes entre el público se enteraron del evento por los volantes repartidos frente a la biblioteca o por el anuncio que se hizo dentro de la biblioteca poco antes del inicio del programa. La actividad entera, a la que asistieron 75 personas, fue traducida al cantonés y al español.

Sally Wong, bibliotecaria del Barrio Chino, moderó el evento y presentó a los panelistas: Bernard Wong, profesor de antropología de la Universidad Estatal de San Francisco; Felicia Lowe, cineasta de documentales; James Hirabayashi, principal asesor de programas del Museo Nacional Japonés-Americano en Los Angeles y ex decano de Estudios Etnicos de la Universidad Estatal de San Francisco; Milton Chee, un obrero ferroviario que colabora en la producción y distribución de libros de la editorial Pathfinder; y Mary-Alice Waters, presidenta de Pathfinder y editora de Nuestra historia aún se está escribiendo.

Lowe y Bernard Wong habían participado en 1999 en una conferencia internacional sobre la diáspora china, celebrada en La Habana. Hirabayashi visitó Cuba en 2000 en ocasión de un festival en Santiago de Cuba sobre la influencia africana en el Caribe. Los tres describieron cómo sus visitas les habían despertado una mayor conciencia sobre el peso y la importancia de las contribuciones de los cubanos-chinos, que como señalaron son a menudo poco conocidas.

“No sabemos exactamente cuántos chinos hay en Cuba”, dijo Wong, resaltando la historia de matrimonios mixtos y de la integración de los chinos a la sociedad cubana. Explicó por qué tantos chinos emigraron en los siglos XIX y XX y los vínculos entre las comunidades chinas en diversos países americanos.

Wong describió las tres olas de inmigración china a Cuba, empezando en 1847 con miles de trabajadores de contrata que los colonialistas españoles llevaron a trabajar en las plantaciones azucareras bajo condiciones casi de esclavitud.

Entre 1860 y 1875 llegaron más desde Estados Unidos, principalmente de California, huyendo de los ataques racistas y las leyes discriminatorias. Una tercera ola llegó a Cuba desde China después de 1911 ante la turbulencia política, la guerra mundial imperialista y la guerra civil que culminó en la revolución china de 1949. Entre los que llegaron a Cuba en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, un buen número se unieron al éxodo de adinerados negociantes cubanos que se fueron a Estados Unidos después del triunfo revolucionario de 1959.

Cuando visitó Cuba en 1999, dijo Wong, habló con varios cubano-chinos que habían emigrado a Miami y regresado posteriormente. Al preguntarles por qué habían regresado, algunos señalaron la discriminación y el aislamiento que habían sentido, así como la atención médica gratuita en Cuba y los hogares para ancianos que eran mejores de lo que podían pagar en Estados Unidos.

En el evento hubo una exposición de fotos y un álbum de recortes del Festival Caribeño en Santiago de uno de los panelistas, James Hirabayashi. Incluía fotos del conocido pintor e historiador cubano-chino Pedro Eng, a quien Hirabayashi visitó.

Hirabayashi dijo que conoció al presidente de la Asociación Cubana-Japonesa, quien le dijo que hoy los japoneses en Cuba no sufren racismo. “Debido al racismo que sufrimos durante la Segunda Guerra Mundial como japoneses-americanos, soy muy sensible a este tipo de cosas”, explicó Hirabayashi. “Pasé un tiempo en un campo de concentración”. Describió cómo los japoneses varones también fueron encarcelados durante la guerra en Cuba.

Hirabayashi participó en la huelga de estudiantes del tercer mundo en 1969 en la Universidad Estatal de San Francisco, la que unió a asiáticos, negros, latinos, indígenas y otros estudiantes en la lucha por un Departamento de Estudios Etnicos. Tras ganarse la lucha, él fue el primer decano a tiempo completo de un programa de Estudios Etnicos en Estados Unidos, responsabilidad de la que apenas se jubiló.

El evento comenzó con diapositivas narradas por Milton Chee, de fotos de Nuestra historia aún se está escribiendo destacando las contribuciones de los tres autores —Armando Choy, Moisés Sío Wong y Gustavo Chui— y los sucesos históricos que protagonizaron. Los tres, señaló Chee, han llevado responsabilidades directivas, desde que se integraron a la revolución cubana de 1959 hasta la actualidad.

Una de las diapositivas mostraba una playa en La Habana que era “solo para blancos" antes de la revolución. “Con el triunfo de la revolución se integraron las playas, así como las escuelas, clínicas y otras dependencias públicas, se prohibió la discriminación en el empleo y comenzó la lucha contra el racismo en otras áreas”, dijo Chee.

Felicia Lowe, quien había hablado en un panel sobre el libro auspiciado por la Sociedad Histórica China de América en esta ciudad el 9 de septiembre, mostró extractos de un video con entrevistas a cubano-chinos que son parte de su próximo documental Pareado chino: El barrio Chino y los nombres de mi madre.

Lowe relató la experiencia de su propia familia con las leyes racistas norteamericanas, incluida la Ley de Exclusión de Chinos de 1882, que prohibió la inmigración desde China hasta que se derogara en 1943. Una de las películas de Lowe, Grabado en el silencio, es la historia de la Isla Angel, en la Bahía de San Francisco, donde entre 1910 y 1940 fueron encarcelados e interrogados los inmigrantes chinos como parte de la aplicación de la infame Ley de Exclusión.

El documental de Lowe describe los recientes esfuerzos de los chinos en Cuba para conservar su cultura y restaurar el Barrio Chino de La Habana. “Los chinos de ascendencia mixta —porque hoy hay muy pocos chinos naturales— que cursan clases de mandarín, que están aprendiendo a leer y a escribir en chino y que estudian artes marciales, están muy interesados en afirmar su identidad cultural china”, dijo. “Me resultó una dinámica interesante, que a pesar de los ideales del socialismo, aún existe algo en el interior de cada uno de nosotros que quiere afirmar que representamos algo especial”.

Mary-Alice Waters, quien entrevistó a los tres generales cubanos autores de Nuestra historia todavía se está escribiendo, acababa de regresar de Caracas, donde había participado en un panel sobre el libro en el marco de la Feria Internacional del Libro de Venezuela. Una panelista, una joven china-venezolana, dijo Waters, describió el maltrato racista que sufren hoy día los venezolanos de ascendencia asiática.

“La situación social y económica de los asiáticos en Cuba es diferente de cualquier otro país del hemisferio occidental”, señaló Waters. Dijo que en la conferencia de 1999 sobre la diáspora china, le preguntaron al general Sío Wong: “¿Cómo es posible que usted, descendiente de chinos, ocupe un alto cargo de gobierno, sea diputado de la asamblea nacional y general en las fuerzas armadas?”

Sío Wong contestó: “Aquí tuvimos una revolución socialista que eliminó la discriminación por el color de la piel de la persona, que eliminó las relaciones de propiedad que crean la desigualdad no solo económica sino también social entre el rico y el pobre. Aquí, la discriminación de los negros, de los chinos, de la mujer, de los pobres, se ha terminado. La comunidad china aquí en Cuba es diferente a la de Perú, Brasil, Argentina, Canadá o cualquier otro lugar. Y la diferencia es una revolución socialista”.

“Esa es la realidad que uno ve cuando va hoy día a Cuba”, dijo Waters: la integración de los cubanos de ascendencia china a todos los ámbitos de la vida cubana. “Es muy genuino lo que mencionó Felicia: el orgullo con que afirman su herencia china y quieren mantenerla. La integración total y la falta de discriminación van acompañadas de la afirmación de orgullo de lo que son, de su individualidad. Y eso, diría yo, es parte de la esencia de una verdadera revolución socialista”.

Durante la discusión, Gladys Chaw, quien también había participado en la conferencia de La Habana de 1999, fue una de las primeras en tomar la palabra. “Para lo que quieren ver una especie en peligro de extinción”, dijo, “yo soy cubano-china, una ‘china natural’, como dicen en Cuba, porque mis padres eran chinos”. Chaw, quien llegó a Estados Unidos con su familia a los 10 años en 1962, dijo bromeando que la gente siempre le dice, “No pareces cubana”.

“Quiero felicitarles por este libro”, dijo. “De verdad me alegró ver algo desde una perspectiva distinta sobre lo que están haciendo los cubano-chinos en Cuba. Porque en mis investigaciones no he encontrado jamás algo parecido. No significa que yo esté de acuerdo con todo lo que dicen [los generales cubanos]. Después de todo, estoy aquí, no en Cuba”.

Chaw comentó que ella era crítica de cómo se está restaurando el Barrio Chino de La Habana. “Es demasiado cursi y turístico. Muy estereotipado”, dijo.

A los panelistas también les preguntaron acerca del sexismo y los prejuicios de alguna gente en Cuba contra las personas de piel más oscura.

Waters señaló que la Revolución Cubana “ha permitido que la mujer ocupe un papel económico y social, ocupe un lugar en la sociedad que es cualitativamente diferente de antes. Han cambiado notablemente las actitudes sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Pero no han cambiado tanto como han cambiado las actitudes sobre cuestiones raciales.

“El legado de siglos de racismo no se elimina de la noche a la mañana”, dijo Waters, “y todavía se ven muchos elementos de esto. Pero lo que ha cambiado, lo que se ha eliminado, son los cimientos sociales y económicos. Y eso, más que cualquier otra cosa, es lo que se refleja en la integración de los chinos hoy día en Cuba.

“Como dijo Gladys, hoy quedan muy pocos chinos naturales en Cuba. La inmensa mayoría de los de ascendencia china —cientos de miles— están profundamente orgullosos de su herencia china, de ser representativos de la nación cubana, de las hebras históricas que se juntaron para forjar la nación cubana, incluyendo los esclavos de Africa, los trabajadores por contrata de China, la inmigración de Europa”.

La nación cubana, dijo Waters, “se forjó en la lucha revolucionaria por la independencia de España, entrelazada con la lucha por la abolición de la esclavitud y la servidumbre, y después con la lucha victoriosa por la independencia frente a la dominación imperialista, que se inició con el triunfo revolucionario de 1959”.

El día siguiente, el Sing Tao, diario muy difundido en idioma chino, publicó un artículo sobre el evento, con grandes fotos a color del libro y de la actividad.
 
 
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