The Militant (logo)  
   Vol. 70/No. 37           October 2, 2006  
 
 
San Francisco: evento en el Barrio Chino promueve
libro sobre la Revolución Cubana
(especial)
 
POR BETSEY STONE  
SAN FRANCISCO—Desde San Diego hasta Vancouver, Columbia Británica, los asistentes colmaron un auditorio en el corazón del Barrio Chino de esta ciudad el 9 de septiembre. Acudieron a una discusión sobre el libro Nuestra historia aún se está escribiendo: La historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana. El libro consiste de entrevistas con Armando Choy, Gustavo Chui y Moisés Sío Wong.

El mitin fue patrocinado por la Sociedad Histórica China de América, junto con la editorial Pathfinder, que publicó el libro, y la librería Eastwind Books de San Francisco.

Entre los 180 asistentes se encontraban estudiantes, trabajadores, figuras académicas y activistas de organizaciones chinas, japonesas y filipino-americanas. Alrededor del 40 por ciento del público era de ascendencia asiática. El evento contó con traducción simultánea al cantonés y al español durante todo el programa.

Según el plan original, el evento iba a celebrarse en la sede de la Sociedad Histórica. Pero cuando quedó evidente que iban a asistir más personas de las que cabrían en ese recinto, los organizadores lo mudaron al otro lado de la calle, al edificio de la histórica escuela primaria Gordon J. Lau. Esa institución, de casi 150 años de edad, se conoce como “la escuela china”, ya que por muchas décadas no se les permitía a los estudiantes chinos asistir a otra escuela pública en San Francisco.

En el panel de oradores participaron L. Ling-chi Wang, profesor emérito y ex director del Departamento de Estudios Etnicos de la Universidad de California en Berkeley; Felicia Lowe, productora de documentales; Steve Wake, dirigente de la organización japonesa-americana Tsukimi Kai; y Mary-Alice Waters, editora de Nuestra historia aún se está escribiendo y presidenta de la editorial Pathfinder.

Waters leyó el mensaje que enviaron al mitin los tres autores cubano-chinos y presentó un ejemplar del libro dedicado y firmado por los tres a la Sociedad Histórica China de América. Gimmy Park Li, reconocida figura de la radio en San Francisco, quien moderó el evento, recibió el ejemplar firmado a nombre de la sociedad.

Como acostumbran hacer para los eventos patrocinados por la Sociedad Histórica, este mitin había sido promovido con 2 mil tarjetas postales a colores muy atractivas, en las que se mostraba la portada del libro. Se distribuyeron también volantes en inglés, español y chino en el Barrio Chino, en recintos universitarios, en fábricas y en otros centros de trabajo.  
 
‘Lo que se puede aprender’
“Con este libro podemos aprender acerca de la historia de los chinos en Cuba”, dijo Ling-chi Wang, el primer orador, quien conoció a los tres autores cuando colaboró en la organización de una conferencia en 1999 sobre los chinos en Latinoamérica en la Universidad de La Habana.

“Podemos aprender mucho sobre la Revolución Cubana”, dijo, “y también mucho sobre el papel cubano en la lucha contra el colonialismo y el imperialismo”.

Wang señaló la importancia de que la Sociedad Histórica China patrocinara un evento que presentaba a los chinos en Estados Unidos como parte de la amplia diáspora china que existe en casi 140 países. “La mayoría cree que el Barrio Chino en San Francisco fue el primero en América”, dijo, “pero en realidad el de La Habana se estableció primero”.

Entre 1847 y 1874, unos 200 mil chinos fueron “reclutados” y llevados a Cuba como peones bajo condiciones de servidumbre, dijo Wang. De hecho, muchos fueron shanghaied (secuestrados), dijo, explicando el origen de esa expresión en inglés, y llevados a Cuba a la fuerza. En la década de 1870, miles de chinos llegaron a Cuba desde Norteamérica “durante la creciente agitación en contra de los chinos en Estados Unidos”.

Wang se estaba refiriendo a lo que frecuentemente se llamaban las campañas contra “el peligro amarillo”, organizadas por los patrones y apoyadas por la burocracia de los gremios de trabajadores especializados y del ala derecha del Partido Socialista de Estados Unidos.

Wang dijo que los chinos ocuparon un papel importante en dos revoluciones en Cuba: las guerras de independencia contra España en el siglo 19, y la revolución que derrocó la dictadura de Fulgencio Batista respaldada por Washington en la década de 1950.

Wang destacó que el próximo año será el aniversario 160 de la llegada a Cuba de los primeros barcos con peones chinos, e invitó a todos los que estuvieran interesados a participar con él en las actividades que se están organizando en Cuba para conmemorar ese suceso.

Wang señaló que, a diferencia del trato racista que aún sufren los chinos en muchos países, incluso en Estados Unidos, los generales explican en Nuestra historia aún se está escribiendo que “solo bajo el tipo de revolución socialista que se dio en Cuba pudieron los chinos lograr la igualdad, la verdadera igualdad”.

Los tres generales hablan de una forma “muy apasionada” sobre su participación en la segunda revolución cubana, dijo Wang, así como de la lucha contra el colonialismo y el imperialismo, especialmente en áfrica. Al leer el libro, dijo, incluyendo el discurso que dio Nelson Mandela durante la visita del líder sudafricano a La Habana en 1991, se pueden observar los sacrificios y aportes cubanos “a la eliminación del sistema del apartheid”. Los tres generales cubano-chinos “participaron y desempeñaron papeles muy importantes en esos esfuerzos en áfrica”.  
 
Video de Barrio Chino en La Habana
La cineasta Felicia Lowe presentó fragmentos de su próximo documental Chinese Couplet, un video sobre el Barrio Chino de La Habana. Lowe viajó a Cuba dos veces para averiguar más sobre su abuelo, quien emigró de China a Cuba en la década de 1920 y permaneció allá por 15 años.

Cubanos de ascendencia china y otros están trabajando para restaurar al Barrio Chino de La Habana, dijo Lowe al presentar los pasajes de su película. Existe interés en la cultura china, lo cual se refleja en las clases de idioma chino y la práctica de las artes marciales.

“Es un concepto interesante”, dijo, de que en “una sociedad socialista donde se supone que la raza no es un factor, se dice con mucho orgullo, ‘Yo tuve un abuelo chino’, o que alguien por ahí es chino”.

Steve Wake explicó que Tsukimi Kai ha organizado viajes a Cuba para que los japoneses-americanos establezcan contactos con cubanos de ascendencia japonesa. Describió el impacto que le causó su visita a Cuba, demostrándole lo que hace posible la solidaridad humana.

Luego del ataque a Pearl Harbor y la declaración de guerra de Washington contra Japón, los hombres adultos de la pequeña comunidad japonesa en Cuba fueron detenidos y encarcelados en la Isla de Pinos por el régimen de Batista, explicó Wake. Esto se hizo aún antes de que el gobierno norteamericano pusiera a los japoneses-americanos, residentes en la Costa del Pacífico de Estados Unidos, en campos de concentración.

“En Cuba los soldados fueron a las casas de los japoneses y se llevaron a los hombres a la fuerza”, dijo Wake. Pero los japoneses en Cuba recibieron mucha solidaridad del cubano común y corriente. “Muchas de las japonesas que quedaron desamparadas recibieron ayuda de sus vecinos cubanos”. Cubanos de ascendencia japonesa participaron luego en la lucha revolucionaria en contra de Batista, dijo.

En el animado periodo de discusión después de las presentaciones, Wake describió lo que aprendió en Cuba sobre el contraste entre la reacción del gobierno norteamericano frente al huracán Katrina, donde se perdieron muchas vidas innecesariamente, y cómo el gobierno y el pueblo de Cuba, que “no es un país rico” se organizan para evitar muertes durante los huracanes.  
 
Cómo se hizo el libro
Mary-Alice Waters describió cómo se hizo el libro Nuestra historia aún se está escribiendo. Al igual que sus autores, dijo ella, tuvo un “origen muy humilde”.

En los últimos 15 años la editorial Pathfinder ha publicado libros basados en entrevistas con hombres y mujeres en Cuba “que tienen importantes responsabilidades en el gobierno, las fuerzas armadas, la dirección de las organizaciones de mujeres” y otras tareas, dijo. Una cosa que todos estos revolucionarios cubanos “tienen en común es que provienen de esa generación de jóvenes, estudiantes y trabajadores, quienes, a principios de la década de 1950, la mayoría de ellos aún sin cumplir los 20 años, simplemente rehusaron aceptar y doblegarse ante los actos indignos y brutales del golpe militar realizado por el general Batista”, una dictadura apoyada por Washington.

“Esa fue la generación de la que formaron parte Armando Choy, Gustavo Chui y Moisés Sío Wong”, dijo. La primera vez que Waters conoció a Chui, un dirigente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, y conoció un poco de su historia, ellos hablaron sobre la realización de una entrevista. “ ‘Tengo una idea aún mejor, dijo Chui. ‘Hay tres generales de ascendencia china en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, explicó Chui. Hagamos una entrevista con los tres’. Y de ahí surgió el libro”.

La generación de cubanos que hizo la revolución en los años 50, dijo Waters, luchó por la reforma agraria, para acabar con el racismo, para eliminar el analfabetismo, para que hubiera empleos para todos. En ese proceso, se defendieron contra los ataques de los intereses económicos norteamericanos y contra los intentos de impedir estas medidas por parte de los cubanos propietarios de las tierras y de las fábricas. “El pueblo trabajador en Cuba simplemente rehusó permitir que prevalecieran esos intereses, y siguió hacia adelante. Así fue el inicio de la revolución socialista en nuestro hemisferio y el origen de la hostilidad implacable del gobierno norteamericano hacia Cuba”, hostilidad que continúa hasta la fecha.

Waters destacó las palabras del general Sío Wong en el libro sobre la conferencia de chinos de ultramar que se celebró en La Habana en 1999, a la que Ling-chi Wang se había referido. Algunos participantes en la conferencia preguntaron cuáles eran las diferencias en Cuba que habían permitido que personas de ascendencia china como ellos pudieran llegar a ser generales y asumir las responsabilidades directivas que ellos ocupaban. “Y Sío Wong contestó que era gracias a la revolución socialista que esto era posible”, dijo. Eso es lo que distingue a la comunidad china en Cuba de las del resto de Latinoamérica”.

Waters dijo que Nuestra historia aún se está escribiendo ayuda también a sus lectores a interesarse más en nuestra propia historia aquí en Estados Unidos, “la historia de las leyes de exclusión contra los chinos y otros asiáticos de las décadas de 1880 y 1920, las leyes que les prohibían poseer propiedad, las masacres, las leyes contra los matrimonios interraciales y la imposición de impuestos a cada inmigrante chino. Sobre todo, aprendemos acerca de la resistencia que se dio en contra de estas formas brutales de racismo y explotación, resistencia que forma parte de la tradición orgullosa de las luchas del pueblo trabajador en Estados Unidos.

“Este libro no es únicamente sobre el pasado”, dijo Waters. “Tiene que ver con el presente y el futuro. Con comprender el pasado para ser capaces de actuar hoy y mañana”. Por eso este libro es importante aquí en Estados Unidos, donde Pathfinder lo ha publicado en inglés y en español, dijo.

Waters anunció que la traducción del libro al chino ya ha empezado, y que se proyecta publicarla en 2007, lo cual recibió una efusiva ovación.

“El propósito del libro no es solo comprender Cuba y la Revolución Cubana, sino comprendernos a nosotros mismos, nuestra propia historia y nuestro futuro”, explicó Waters. “Es acerca de los millones que hoy estamos en las calles, manifestándonos y reclamando la legalización de todos los inmigrantes. Es acerca del pueblo trabajador en este país. Quiénes somos y de dónde provenimos, por qué estamos creciendo en términos de números y de fuerza, y por qué no nos vamos”.  
 
En el público
La moderadora Gimmy Park Li Varias presentó a varias figuras prominentes que asistieron. Entre estas personas estaba Him Mark Lai, “padre de la historia chino-americana”. Lai es profesor adjunto de estudios asiático-americanos de la Universidad Estatal de San Francisco y autor de Chinese-American Voices (Voces chino-americanas), entre otras obras. También se presentó a Judy Yung, autora de Unbound Voices, Unbound Feet (Voces libres, pies libres) y otras obras; Chizu Iiyama, ex vicepresidenta de la Sociedad Histórica Nacional Japonesa-americana; y Jim Hirabayashi, ex director de Estudios étnicos de la Universidad Estatal de San Francisco.

Los miembros del público continuaron las conversaciones después del programa en una recepción que se realizó en el recinto de la Sociedad Histórica China. Se vendieron 33 ejemplares del libro Nuestra historia aún se está escribiendo, ocho en español, en la librería del museo. Muchos disfrutaron de la exposición de fotografías y dibujos del libro, de las reseñas del libro, y de las fotos de la visita de Tsukimi Kai a Cuba. Los participantes también visitaron el museo de la Sociedad Histórica, que muestra la historia de los chinos en las Américas, e incluye una exposición especial sobre los estragos en el Barrio Chino del terremoto de San Francisco de 1906.

En la edición del 10 de septiembre de Ming Pao, el principal diario en idioma chino de San Francisco, se publicó una foto y un artículo sobre el evento.
 
 
Related articles:
Se gradúa primera clase de médicos entrenados por Cuba en Guinea Ecuatorial  
 
 
Front page (for this issue) | Home | Text-version home