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   Vol. 70/No. 36           25 de septiembre de 2006  
 
 
Cabo Verde honra internacionalismo Cubano
(articulo especial)
 
POR MARY-ALICE WATERS
Y LUIS MADRID
 
LA HABANA—En una ceremonia celebrada aquí el 21 de julio, el combatiente internacionalista cubano Víctor Emilio Dreke Cruz (Moja) fue condecorado con la Orden Amilcar Cabral, el más alto honor otorgado por el gobierno de Cabo Verde. La orden, impuesta a Dreke en reconocimiento de su aporte a la lucha contra el colonialismo portugués en Africa, la presentó Crispina Gomes, embajadora de Cabo Verde en Cuba.

Desde febrero de 1967 hasta finales de 1968, Dreke dirigió una columna de unos 60 voluntarios internacionalistas cubanos que combatieron junto a las fuerzas antiimperialistas del Partido Africano de la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC).

El decreto estatal lo firmó Pedro Rodrigues Pires, quien fue él mismo combatiente independentista y actualmente es presidente de esta nación archipiélago al oeste de la costa de Africa occidental. El decreto reconoció las contribuciones que hace casi cuatro décadas hicieron 25 “hombres y mujeres generosos [nacidos en el exterior]… en pro del proceso emancipador que condujo a la independencia de Cabo Verde” en julio de 1975. La lucha que puso fin a cinco siglos de coloniaje portugués, señaló Rodrigues Pires, exigió “osadía, sacrificios y mucha entrega personal en un combate desigual y persistente”.  
 
Actividad revolucionaria desde 1952
Dreke, hoy embajador de Cuba ante Guinea Ecuatorial, inició su actividad revolucionaria en 1952 cuando de adolescente se entregó a lucha contra el golpe militar de Fulgencio Batista, quien contaba con el respaldo de Washington. Dreke alcanzó el grado de capitán en la lucha revolucionaria que derrocó a la dictadura el 1 de enero de 1959. De 1962 a enero de 1965 estuvo al mando, en las provincias centrales de Cuba, de las unidades especiales que derrotaron a las bandas contrarrevolucionarias auspiciadas por Washington que intentaban derrocar al gobierno revolucionario.

En 1965 Dreke fue el segundo al mando de Ernesto Che Guevara, quien dirigió una columna de 128 voluntarios internacionalistas cubanos en respuesta a una solicitud de ayuda de las fuerzas antiimperialistas en el Congo. Al final de ese esfuerzo desgarrador de siete meses, Che escribió lo siguiente sobre la conducta de Dreke, “La única razón por la que no recomiendo que se le promueva, es porque ya tiene el grado máximo”: comandante.

Gran parte de esta historia la cuenta el propio Dreke en su libro De la sierra del Escambray al Congo: En la vorágine de la Revolución Cubana.

Tras su regreso a Cuba, Dreke fue puesto a cargo de la Unidad Militar 1546, que entrenaba a voluntarios internacionalistas cubanos y a revolucionarios de otros países que habían pedido ayuda del gobierno cubano. Entre ellos había cuadros de la lucha independentista en Cabo Verde y Guinea-Bissau.

Amilcar Cabral, el principal dirigente del PAIGC, fue uno de los dirigentes revolucionarios de muchas partes del mundo que convergieron en La Habana en enero de 1966 para la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, Africa y América Latina, conocida como la Conferencia Tricontinental.  
 
Lucha anticolonial
“En nuestra condición histórica presente, solo hay dos vías para una nación independiente”, dijo Cabral en la reunión, “retornar al dominio imperialista (neo-colonialismo, capitalismo, capitalismo de estado), o seguir la vía del socialismo”. Quienes intenten librar a su país de la opresión colonial no pueden pasar por alto el hecho, agregó, de que “el instrumento esencial de la dominación imperialista es la violencia”. En ese entonces, el PAIGC ya había estado librando una guerra de liberación nacional por casi tres años contra más de 20 mil soldados portugueses; el movimiento independentista controlaba la tercera parte de Guinea-Bissau.

El PAIGC, recordó Dreke en una entrevista al Militante, llevaba a cabo una labor política a través del país, organizando a campesinos, jóvenes, mujeres. Gozaba de apoyo popular. Tenía una dirección con estructura y disciplina que estaba en el terreno de lucha, que peleaba junto a las filas. Esto era un notable contraste con la experiencia del Congo, recalcó. “Uno puede empezar como grupo pequeño. Pero hay que lograr que otros se incorporen”, y el PAIGC hacía eso.

Después de la Conferencia Tricontinental se ahondó la colaboración entre La Habana y el PAIGC. Los guineanos y los caboverdianos, insistía Cabral, eran quienes debían dirigir la lucha. Ellos coincidían con la dirección cubana al querer solo un número limitado de voluntarios cubanos, cuya experiencia combativa supieron aprovechar al máximo para impulsar —directamente en el campo de batalla— el adiestramiento de sus fuerzas.

Poco más de un año después de su salida del Congo, Dreke regresaba a Africa a la cabeza de la misión militar que ayudaría en la lucha dirigida por el PAIGC.

Cabral, nacido en Bafatá, Guinea-Bissau, de padre caboverdiano y madre guineana, luchó por unificar a las fuerzas de liberación de ambas partes de esa colonia portuguesa en una única lucha, sostuvo Dreke. “Cabral creía que cuando se liberara Guinea-Bissau, se liberaría Cabo Verde”, subrayó Dreke. La trayectoria política de Cabral representaba una ruptura importante con las divisiones fomentadas por el imperialismo portugués. Por mucho tiempo la dominación colonial de la región se había basado en los privilegios relativos que se le otorgaban a los caboverdianos. Los portugueses buscaban infundir en los caboverdianos un sentido de superioridad racial respecto a los africanos del continente.

Al denotar que la topografía de Cabo Verde impedía librar una exitosa lucha guerrillera en las islas, Cabral organizó a decenas de caboverdianos entrenados en Cuba para que se integraran a los frentes guerrilleros en el territorio continental en Guinea-Bissau. La trayectoria de Cabral era una muestra de su talla como dirigente, recalcó Dreke al aceptar la condecoración.

Las capacidades políticas de Cabral, y la ayuda cubana a nivel militar, médico y demás, le permitieron al PAIGC convertirse en el movimiento de liberación más eficaz en Africa subsahariana.

“Portugal recibió los golpes militares más duros en Guinea-Bissau”, subrayó la embajadora Gomes. Su impacto se sintió no solo en todas las colonias portuguesas sino en la propia metrópolis. “Ese fue un factor determinante en la ‘Revolución de los Claveles’ ”, agregó, refiriéndose al derrocamiento en abril de 1974 de la dictadura que gobernó en Lisboa por casi 50 años.

Tras una década de lucha armada, Portugal reconoció su derrota y el 10 de septiembre de 1974 Guinea-Bissau logró su independencia. Menos de 14 meses después, Lisboa había concedido la independencia a Mozambique, Cabo Verde, São Tomé y Príncipe, y Angola.  
 
Internacionalistas en la ceremonia
A la ceremonia asistieron unos cuantos voluntarios internacionalistas cubanos que habían luchado por la independencia de Cabo Verde y Guinea-Bissau. Uno de ellos fue el coronel (r) Pedro Rodríguez Peralta, a quien antes se había otorgado la Orden Amilcar Cabral. Rodríguez Peralta, quien encabezó las fuerzas cubanas en el frente sur guineano, fue herido y capturado por los portugueses en noviembre de 1969. Obtuvo su libertad una semana después de la declaración de independencia en 1974.

Uno de los 25 “hombres y mujeres generosos” acreedores de la Orden Amilcar Cabral, es Ahmed Ben Bella, presidente del gobierno revolucionario de Argelia desde 1962 hasta que fue derrocado en 1965.

A la condecoración asistieron el embajador de Angola en Cuba y altos funcionarios de las embajadas de Mozambique y Guinea-Bissau.

Entre otros dirigentes cubanos presentes estuvieron Fernando Remírez, jefe de relaciones internacionales del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; José Guerra Menchero, asesor del ministro de relaciones exteriores; Pedro Evelio Dorta, embajador de Cuba en Cabo Verde; Jorge Risquet, el dirigente de la misión internacionalista cubana en Congo-Brazzaville de 1965 a 1967; el general de brigada Arnaldo Tamayo, primer cosmonauta cubano y jefe de asuntos exteriores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias; el general de brigada (r) Rafael Moracén, quien desde 1965 ocupó un papel central en la dirección de la ayuda internacionalista cubana a los combatientes de la libertad angolanos, y actual jefe de relaciones internacionales de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana; y el general de brigada (r) Armando Choy, ex embajador cubano en Cabo Verde.  
 
 
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