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   Vol. 70/No. 33           4 de septiembre de 2006  
 
 
‘Estamos a favor de lo que fortalezca la
confianza y capacidad de la clase trabajadora’
Carta de dirigente socialista sobre ataque israelí contra Líbano
(especial)
 
La siguiente es la primera parte de la carta de Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, a Ma’mud Shirvani se escribió en respuesta a un informe de Shirvani sobre su presentación y la discusión que se dio el 12 de agosto en un mitin del Militant Labor Forum en Washington. El título combativo de la charla que escogieron los partidarios del Militante en Washington era “¡Manos de EE.UU. fuera de Líbano y Gaza!”

Ese día Shirvani, junto con otros de los que asistieron al foro, había participado en una marcha de 10 mil personas en esa ciudad para protestar contra el ataque israelí apoyado por Washington contra Líbano y la Franja de Gaza.

En los últimos dos meses Shirvani, director de idioma farsi de la editorial Pathfinder, ha hablado en mítines del Militant Labor Forum en Nueva York, San Francisco, Los Angeles, Seattle y Chicago.

Shirvani también habló el 19 de agosto en un Militant Labor Forum en St. Paul, Minnesota, sobre “El Medio Oriente: El desorden mundial del capitalismo y las perspectivas de cambios revolucionarios”. Hablará el 26 de agosto en un foro sobre el mismo tema en Nueva York. Los dos eventos forman parte de fines de semana educativos que concluyen las escuelas socialistas de verano en las Ciudades G emelas y en Nueva York, auspiciadas por la Juventud Socialista y el Partido Socialista de los Trabajadores en estas dos ciudades. También se realizaron sesiones de escuela de verano en Los Angeles, donde Shirvani habló en julio, y en Atlanta.

Reproducido con autorización. Copyright © 2006 por New International. Las notas aparecen al final del artículo.

POR JACK BARNES  
17 de agosto de 2006
Ma’mud Shirvani
Nueva York

Estimado Ma’mud:

Gracias por tu nota sobre el foro del sábado en Washington, así como el esbozo tanto de tu charla como del intercambio durante el periodo de discusión. Si no tienes inconveniente, creo que sería valioso circularlo para la información del Comité Nacional [del Partido Socialista de los Trabajadores]. Los puntos que discutimos por teléfono el sábado antes del foro no tienen nada de nuevo para el movimiento comunista. Pero tenemos que apartarnos un poco de la situación para recordar el abecé de la política de clase. Steve [Clark] y yo redactamos el siguiente breve resumen de los principales aspectos de nuestra discusión, que circularé al movimiento junto con tu informe.  
 
De lo que estamos a favor
1) Tomamos como punto de partida, al analizar y responder a la guerra en Líbano, las cosas de las cuales nosotros —el movimiento comunista internacional— estamos a favor.

La mayoría de la izquierda radical pequeñoburguesa empieza con las cosas de las cuales están en contra: en todos los casos la administración Bush y, en este caso específico, también Israel. (Algunos añadirían “el Occidente”, “la cristiandad” o el capitalismo.) Después viene la tácita cláusula de habilitación: “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”. ¡Voilà! De repente se transforma Hezbolá —literalmente el “partido de Dios”— y muchos la aclaman como organización revolucionaria de liberación nacional. El jeque Nasralá es su líder admirado. Y “¡Todos somos Hezbolá!” empieza a resonar como la nueva consigna de gran parte de la extrema izquierda burguesa y pequeña burguesa.

En cambio, el movimiento comunista está a favor de todo lo que fortalezca a la clase trabajadora y al pueblo trabajador rural, lo que fortalezca su confianza y capacidad de lucha independiente en la resistencia antiimperialista. Estamos a favor de todo lo que le aumente al pueblo trabajador el espacio a fin de organizarse políticamente y de luchar para avanzar hacia gobiernos de trabajadores y agricultores que puedan dirigir al pueblo trabajador en el derrocamiento de la opresión imperialista y la explotación capitalista. Estamos a favor de todo lo que haga avanzar a la clase obrera por esa línea de marcha. Con esa guía estratégica, los comunistas reivindicamos la derrota de Israel en la guerra actual, como hicimos en 1948, 1956, 1967, 1973 y 1982,1 y como hacemos en todo conflicto militar entre una nación o nacionalidad oprimida y una potencia imperialista (o un régimen tal como el estado capitalista israelí que defiende e impulsa los intereses imperialistas).

Al mismo tiempo, los comunistas no damos apoyo político alguno a Hezbolá, como tampoco se lo dimos a los gobiernos de Egipto, Siria u otros gobiernos burgueses (fueran “republicanos” o monárquicos) en las anteriores guerras árabe-israelíes, ni al Kuomintang2 ni al régimen del emperador Haile Selassie3 durante la resistencia a los imperialistas japoneses e italianos en los años 30. Todas estas maldirigencias, que dicen hablar a nombre de las masas populares y del patriotismo, son obstáculos a una lucha eficaz por la liberación nacional, así como enemigos de clase de la marcha de los trabajadores y campesinos hacia el poder.

El solo hecho que Hezbolá esté a la cabeza de las fuerzas militares que están combatiendo contra las Fuerzas de Defensa Israelíes no lo convierte en movimiento de liberación nacional. No es el Frente de Liberación Nacional vietnamita o el Ejército de Vietnam del Norte —que lucharon para defender y extender un estado obrero— ni mucho menos es el Movimiento 26 de Julio y el Ejército Rebelde en Cuba, organizaciones dirigidas por revolucionarios. No es comparable al FLN de Argelia, al FSLN de Nicaragua, al Movimiento de la Nueva Joya en Granada o al Congreso Nacional Africano de Sudáfrica durante las luchas antiimperialistas en esos países.4  
 
Hezbolá y contrarrevolución en Irán
Hezbolá, como explicaste en base a tu experiencia directa como dirigente de un partido comunista en Irán durante el periodo revolucionario iniciado en 1979, es una extensión en Líbano del régimen burgués y las fuerzas políticas burguesas en Teherán que organizaron a la “vanguardia callejera” de la contrarrevolución contra las fuerzas proletarias en Irán en 1979 y a principios de los años 80. Estoy seguro que los que asistieron al foro en Washington se interesaron en tu descripción de cómo adoptaron el nombre Hezbolá las bandas de matones que en aquellos años desbarataron reuniones y locales de organizaciones obreras, de partidarios de los derechos de la mujer, de nacionalidades oprimidas y del movimiento comunista: no había otro partido sino el “partido de Dios”, y el ayatolá Jomeiní era su dirigente.5

Eso, a su vez, fue la inspiración política de la organización que adoptó el nombre Hezbolá cuando se estableció en Líbano a principios de los años 80, con la participación directa de unidades élite de las fuerzas militares y de inteligencia del régimen iraní. Hezbolá efectuó bombardeos contra tropas norteamericanas y francesas en Líbano en 1983 y organizó ataques contra fuerzas israelíes durante los 22 años de ocupación del sur por fuerzas israelíes. Al mismo tiempo, desarrolló importantes intereses comerciales y se estableció como una fuerza política burguesa en el sur de Líbano, con un rostro populista y “caritativo”. Consolidó una base entre la numerosa población chiíta en Líbano, creando una extensa red militar a lo largo de la frontera sur cuando Israel retiró sus tropas en 2000.

El objetivo de Hezbolá es la creación de una “República Islámica” en Líbano, es decir, un régimen capitalista cuyo modelo es el régimen que surgió de la contrarrevolución burguesa y bonapartista en Irán.  
 
Por el poder obrero y campesino
Según habíamos discutido por teléfono el sábado, Israel no es el principal obstáculo a la lucha contra la opresión imperialista y por los intereses de clase de los trabajadores y campesinos en la mayoría de los países del Medio Oriente. Sí lo es en Palestina, desde luego. Pero el enemigo de clase más directo e inmediato en Egipto, Siria, Líbano, Arabia Saudita, Jordania, Iraq y otros países —a través del cual se media la superexplotación y la penetración militar del imperialismo— son los gobernantes capitalistas y demás fuerzas políticas burguesas en esos países. Son éstos los que impiden que el pueblo trabajador se organice y luche para lograr la liberación nacional, llevar a cabo una reforma agraria completa y se organice y agite a favor de establecer dictaduras populares revolucionarias que actúen en interés de los productores explotados. Dentro de ese marco de clase e histórico, los trabajadores y campesinos por todo el Medio Oriente también se enfrentarán al peso militar y político de Israel como bastión del imperialismo en la región.

La actitud política de los comunistas hacia movimientos como Hezbolá no es algo nuevo. Los esbozos de las tesis de Lenin sobre el problema nacional y colonial, preparados para el Segundo Congreso de la Internacional Comunista en 1920, destacaban “la necesidad de luchar contra el panislamismo y otras corrientes semejantes, que tratan de combinar el movimiento de liberación contra el imperialismo europeo y norteamericano con el fortalecimiento de las posiciones de los kanes, los latifundistas, los mulahs, etc.” (Editorial Progreso: V.I. Lenin, Obras completas, tomo 41, pág. 173)

Y en su informe al Congreso sobre esa resolución, Lenin enfatizó “que nosotros, como comunistas, debemos apoyar y apoyaremos los movimientos burgueses de liberación en las colonias sólo en el caso de que estos movimientos sean verdaderamente revolucionarios, sólo en el caso de que sus representantes no nos impidan educar y organizar en un espíritu revolucionario a los campesinos y a las grandes masas de explotados” (Obras completas, tomo 41, pág. 250).

No importa mucho si dichos movimientos u organizaciones burgueses actúan bajo una bandera “religiosa” o “laica”. Desde una óptica de clase, no hay mucho que distinga a Hezbolá de los baazistas, o que diferencie a Hamas de lo que, al degenerarse, habían llegado a ser Fatah y la Organización por la Liberación de Palestina para fines de los 80.6

(Continuará la próxima semana)


NOTAS
1. Tras la proclamación del estado de Israel en 1948, basada en una división de Palestina impuesta por Naciones Unidas, tropas israelíes aterrorizaron a los palestinos haciéndoles huir de su tierra y de sus hogares, y derrotaron a cinco gobiernos árabes que buscaban impedir la captura de estos territorios. En 1956, después de la nacionalización del canal del Suez por el gobierno egipcio, tropas israelíes invadieron la península egipcia del Sinai con apoyo del imperialismo británico y francés; Washington, promoviendo sus propios intereses imperialistas en la región, logró presionar a Londres, París y Tel Aviv para que se retiraran. En la guerra de seis días en 1967, las fuerzas militares israelíes le arrebataron la Franja de Gaza y la península de Sinai a Egipto, Jerusalén del Este y la Margen Occidental a Jordania, y las Alturas de Golán a Siria. Tel Aviv además ganó la guerra de 1973 contra Egipto y Siria. Durante la guerra israelí de 1982 en Líbano, las fuerzas armadas israelíes colaboraron con derechistas libaneses en la masacre de palestinos en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila en Beirut; Tel Aviv ocupó la región sur del país hasta 2000.

2. El partido nacionalista burgués Kuomintang (Partido Nacionalista), encabezado por Chiang Kai-shek, llegó a ser el partido gobernante en China en 1928, habiendo ahogado en sangre a muchos miles de trabajadores y campesinos durante la Segunda Revolución China. Cuando tropas imperialistas japonesas invadieron China en 1931, los comunistas por todo el mundo libraron una campaña abogando por la derrota de Tokio en la guerra contra el régimen dirigido por Chiang. Las fuerzas japonesas de ocupación fueron derrotadas en 1945. El régimen Kuomintang fue derrocado en la guerra civil de 1946 a 1949 dirigida por el Partido Comunista Chino.

3. Haile Selassie fue emperador de Etiopía de 1930 a 1974. Cuando Etiopía fue invadida por fuerzas imperialistas italianas, los comunistas hicieron campaña a favor de la derrota de Roma. La monarquía de Selassie fue derrocada en una revolución popular en 1974.

4. El Frente Nacional de Liberación dirigió la resistencia a la dominación imperialista norteamericana de Vietnam del sur entre 1960 y 1975. La guerra terminó en una victoria sobre Washington y sus aliados imperialistas, abriendo paso a la reunificación del país, a la extensión del estado obrero del norte a todo el país, y al derrocamiento del régimen asesino de Pol Pot en el país vecino de Camboya. El Movimiento 26 de Julio y el Ejército Rebelde dirigieron una guerra revolucionaria en Cuba en la cual el pueblo trabajador tumbó en 1959 a la dictadura de Batista, apoyada por Washington, y luego llevó al poder a un gobierno de trabajadores y campesinos que derrocó el dominio capitalista. El Frente de Liberación Nacional (FLN) dirigió la lucha popular de 1954 a 1963 que derrotó el coloniaje francés. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua y el Movimiento de la Nueva Joya de Granada dirigieron luchas revolucionarias del pueblo trabajador que derrocaron a dictaduras apoyadas por Washington en 1979. Los triunfos en Argelia, Nicaragua y Granada llevaron a la creación de gobiernos de trabajadores y campesinos que, por razones concretas en cada país, no lograron dirigir a los trabajadores a derrocar el dominio capitalista. El Congreso Nacional Africano (ANC) dirigió la lucha que derrocó el régimen del apartheid en Sudáfrica.

5. En el informe de Shirvani sobre su presentación en el foro de Washington, él describió “cómo matones extralegales que se denominaban Hezbolá se hicieron notorios en Irán en 1979, aplastando asambleas democráticas independientes, grupos de izquierda y organizaciones obreras. Tres de los locales del Partido Socialista de los Trabajadores de Irán fueron saqueados en medio de la noche en Teherán durante el verano de 1979, quedando destruidos libros, máquinas de escribir y copiadoras”. Shirvani dijo que luego explicó “cómo la organización denominada Hezbolá en Líbano fue una extensión de la contrarrevolución en Irán, lo que determina su carácter de clase y trayectoria”.

En una insurrección en febrero de 1979, los trabajadores, campesinos y otras fuerzas populares habían tumbado a la monarquía iraní del sha, apoyada por Washington. El gobierno del ayatolá Ruholá Jomeiní llegó al poder en la cresta de ese levantamiento revolucionario y, dada la falta de un liderazgo obrero suficientemente fuerte como para dirigir a los trabajadores y campesinos al poder, logró consolidar la República Islámica capitalista que frenó y finalmente revirtió muchas de las conquistas de la revolución de 1979.

6. Fatah es el grupo político dominante en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que se formó en 1964 y que dirigió la lucha de liberación nacional palestina durante varias décadas. Para leer más sobre la evolución política de la OLP, ver “El ataque de Washington contra Iraq: los cañonazos iniciales de la tercera guerra mundial” por Jack Barnes en Nueva Internacional no. 1, págs. 82-85.
 
 
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