La mayoría de las 1 500 tropas involucradas en el ataque son iraquíes, informó la agencia Prensa Asociada. El mando del ejército norteamericano elogió la operación como un importante paso hacia la consolidación del nuevo ejército iraquí.
El ataque también se enmarca en los esfueroz de dar al traste con la vieja estrategia que caracterizó la invasión de 2003. Esta consistió en el desplazamiento de una fuerza de ocupación que llegó a Bagdad rápidamente sin entablar combate con el ejército de Hussein, el que se desvaneció y se reorganizó más tarde en unidades élites lanzando ataques de tipo guerrilla.
El secretario de defensa en esa época, y en la actualidad, era Donald Rumsfeld, quien estaba a favor de una fuerza expedicionaria aún más eficaz para entablar combate con el ejército iraquí, dividirlo y hacer que algunas de sus unidades pasaran a luchar al lado de las tropas estadounidenses, en vez de tener que enfrentar mucho más tarde la guerra que evitó en 2003. Sin embargo, el general que encabezó la invasión de 2003, Thomas Frank, actualmente retirado, era uno de los últimos oficiales militares restantes que se aferraron a muchos de los anticuados métodos de la época de la Guerra Fría.
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