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   Vol. 70/No. 12           27 de marzo de 2006  
 
 
ˇNo a las leyes patronales
de ‘reforma’ migratoria!
Sindicalicemos a trabajadores nacidos aquí y en exterior
(portada, editorial, principal)
 
Llamamos a los trabajadores a oponernos a todos los proyectos de “reforma inmigratoria” que están ante el Congreso de Estados Unidos, desde la propuesta Sensenbrenner aprobada por la Cámara de Representantes hasta el proyecto de ley McCain-Kennedy. Todos responden a los intereses de los patrones estadounidenses a costa de la clase trabajadora. Lo que debe hacer el movimiento obrero es hacer campaña para sindicalizar a todos los trabajadores, tanto los nacidos en Estados Unidos como los nacidos en otros países.

Las distintas propuestas de inmigración refuerzan a la odiada migra y al sistema de “seguridad del suelo nativo”; algunas crean un programa de “trabajadores huésped”. Todas pretenden perpetuar las divisiones en la clase obrera, manteniendo un sector más vulnerable de la fuerza laboral para garantizarles a los patrones una reserva de mano de obra superexplotada.

Muchos trabajadores con razón están indignados por el proyecto Sensenbrenner, la Ley de Protección Fronteriza, Antiterrorismo y Control de la Inmigración Ilegal. De ser adoptada, criminalizaría a millones de personas convirtiendo en delito grave el estar en Estados Unidos sin tener los documentos perfectamente en orden. También sería un delito que cualquier persona —maestros, personal de hospitales, amigos— “ayude” de cualquier manera a inmigrantes indocumentados.

Los funcionarios de algunos sindicatos y grupos pro derechos de inmigrantes apoyan la Ley por una América Segura y una Inmigración Ordenada, calificándola de alternativa “realista”. Pero el proyecto McCain-Kennedy, según se le conoce, es una medida legislativa tan antiobrera como la medida Sensenbrenner o su variante en el Senado, propuesta por Arlen Spector. Está diseñada para cumplir las necesidades de los patrones. “América Segura” significa fortalecer a la policía de inmigración y arrestar a más trabajadores en la frontera. “Inmigración ordenada” significa regularizar el estado legal de un sector de los trabajadores nacidos en el exterior, a fin de asegurarles a los patrones una reserva de trabajadores con menos protecciones quienes pueden ser explotados más que los demás. Los trabajadores huésped dependerían de sus patrones para mantener su estado legal, y el gobierno contaría con una lista de inmigrantes que pueden ser vigilados y deportados al vencer su visa.

El proyecto McCain-Kennedy, junto con las leyes que exigen que las licencias de conducir incluyan el número de Seguridad Social, ayuda a sentar las bases para una cédula nacional de identidad. Crearía una masiva base de datos con información sobre el trabajador y su estado legal, país de origen, oficio, ciudad de empleo, salarios, fechas de empleo y huellas digitales. Este sistema se extendería luego a todos los residentes de Estados Unidos, brindando a las agencias policiacas y a los patrones un instrumento más para acosar a militantes obreros.

Estas leyes no pretenden expulsar a todos los que no tienen papeles o frenar la inmigración. Eso no solo es imposible —hay 12 millones de indocumentados, 5 por ciento de la fuerza laboral— sino que los patrones necesitan mano de obra inmigrante. En momentos en que esta masiva ola de inmigración ha creado una creciente economía subterránea, los gobernantes norteamericanos buscan regularizar el estado legal de algunos para afianzar su control sobre ellos.

La clase obrera se está internacionalizando al integrarse más los inmigrantes a la sociedad estadounidense. Estos cambios ayudan a romper divisiones nacionales y prejuicios racistas —tanto entre los nacidos aquí como los inmigrantes— que los patrones usan como arma contra el pueblo trabajador. Los trabajadores inmigrantes no son víctimas indefensas; fortalecen a la clase obrera.

La oposición intransigente a todas las variantes de la “reforma inmigratoria” de los patrones es necesaria para defender los intereses de los trabajadores y pequeños agricultores en Estados Unidos y más allá. Por la misma razón, los trabajadores debemos hace campaña para revocar todas las leyes que exigen chequeos de los documentos de Seguridad Social y para derrotar los intentos de imponer una cédula nacional de identidad.

Ante todo, el movimiento obrero necesita sindicalizar a todos los trabajadores y movilizar la fuerza sindical. Es la única forma de enfrentar los ataques de los patrones y del gobierno, no solo contra los trabajadores nacidos en el extranjero sino contra los salarios y las condiciones de trabajo de todo el pueblo trabajador. Las luchas de sindicalización que se dan hoy entre mineros del carbón, empleados de hoteles, empacadores de carne y constructores, muchos de los cuales son inmigrantes, muestra las posibilidades para dirigir dicha lucha.
 
 
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