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   Vol. 70/No. 10           13 de marzo de 2006  
 
 
Imperialistas usan controversia sobre
caricaturas para atacar derechos,
fortalecer ‘guerra contra el terror’
 
POR SAM MANUEL  
WASHINGTON—Los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y otras potencias imperialistas están aprovechando las protestas, a menudo violentas, en contra de caricaturas controversiales, incluso una que muestra al profeta Mahoma con una bomba encendida en su turbante, para expandir el apoyo popular para sus guerras en Afganistán e Iraq y sus amenazas contra Irán y Siria. En la controversia estas potencias se han presentado como promotores de la libertad de expresión. A su vez, han echado mano de las demandas reaccionarias de gobiernos de países mayoritariamente musulmanes que exigen la prohibición de las caricaturas que ellos dicen ser blasfemas al islam, para obtener apoyo a la censura y otros ataques a los derechos democráticos.

Las doce caricaturas que provocaron la disputa, aparecieron primero en el periódico danés Jyllands-Posten el 30 de septiembre. Fueron publicadas después que 40 ilustradores reconocidos respondieran a la solicitud del periódico de “dibujar a Mahoma tal como ellos lo imaginan”. En los dos meses iniciales la campaña de personas y grupos en Dinamarca para forzar al periódico a pedir disculpas logró poco respaldo, incluso entre musulmanes.

Sin embargo, esto cambio tras la reunión en diciembre de la Organización de Conferencias Islámicas, conformada por 56 estados de mayoría musulmana. Reunidos en La Meca, la OIC condenó en su informe final “el reciente incidente de profanación de la imagen del sagrado profeta Mahoma en los medios de información de ciertos países” y el uso “de la libertad de expresión como pretexto para difamar religiones”.

La Organización Cultural, Científica y Educacional Islámica compuesta de más de 50 estados, subsecuentemente llamó a las naciones miembros a que impusieran un boicot a los productos daneses. A principios de enero, el parlamento jordano condenó las caricaturas, al igual que otros gobiernos de países cuya población es mayoritariamente árabe, luego de que un diario noruego y otros europeos publicaran las ilustraciones en disputa. Ya al final del mes, los gobiernos de Arabia Saudita y Libia habían retirado a sus embajadores de Dinamarca.

Las protestas estallaron a principios de febrero. Se realizaron grandes protestas en más de 15 países, principalmente en áfrica, Asia y el Pacífico -incluso en Indonesia, Irán, Iraq, Líbano, Kenia, Malasia, Filipinas, Turquía, la Margen Occidental y Gaza. Algunas protestas han tenido el respaldo tácito de las autoridades locales.

Tolerados por la policía, los manifestantes en Siria incendiaron las embajadas danesa y noruega en Damasco el 4 de febrero. En Afganistán, hasta ahora han muerto por lo menos doce personas en enfrentamientos con las fuerzas de ocupación encabezadas por Washington durante las acciones. Fuerzas de seguridad en Pakistán mataron a cinco personas cuando protestaban contra las caricaturas en varias ciudades el 14 y el 15 de febrero.

Imperialistas impulsan apoyo bélico

Washington, Londres y otros regímenes imperialistas se metieron en la refriega. Washington inicialmente criticó las caricaturas como ofensivas. Posteriormente, en una conferencia de prensa en la Casa Blanca con el Rey Abdullah de Jordania, el presidente estadounidense George Bush condenó las protestas en contra de las ilustraciones, agregando que la libertad de prensa conlleva la “responsabilidad de ser atentos con los demás”.

El 7 de febrero, Bush llamó por teléfono al primer ministro danés Anders Fogh Rasmussen para expresarle “nuestro apoyo y solidaridad”, informó la agencia Prensa Asociada.

“Nos consideramos un aliado fiel y leal de Estados Unidos y estamos muy agradecidos de ver que esto es recíproco”, respondió Rasmussen, y agregó que su gobierno mantendrá los 530 soldados daneses en Iraq y los 390 soldados en Afganistán, y que además están tomando más responsabilidades en las operaciones de la OTAN en ese país. Esa fue otra señal del avance de Washington en involucrar a otras potencias imperialistas en Europa a que participen más en las campañas militares encabezadas por Washington en el Medio Oriente y Asia Central.

Desde Copenhaguen hasta Washington, las campañas imperialistas por “cambio de régimen” en Siria e Irán se intensificaron y ganaron más amplio apoyo.

Rassmussen declaró a la prensa que el “no excluía la posibilidad” de que Damasco estuviera involucrado en la organización de los ataques a la embajada danesa en Beirut, Líbano. Argumentó que Teherán estaba tratando de usar la controversia para desviar la presión para parar el desarrollo de su programa nuclear, y que Damasco está usando la disputa para alejar las investigaciones sobre las acusaciones de que altos funcionarios sirios están detrás del asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri el año pasado. Ramussen dijo que “responsabilizaba a los dos gobiernos” por los incendios de las embajadas danesas en Teherán y Damasco.

La secretaria de estado norteamericana intervino. “No me queda duda”, dijo a la prensa el 8 de febrero, “Irán y Siria han hecho todo lo posible para avivar los ánimos y usar esto para sus propios propósitos”.

Washington y sus aliados recientemente lograron referir el programa nuclear iraní al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para posibles sanciones, alegando que el gobierno iraní está tratando de construir armas nucleares de manera secreta, algo que Teherán ha negado.

El diario británico Telegraph informó el 12 de febrero que las fuerzas armadas estadounidenses están desarrollando planes para ataques militares contra Irán. “Estrategas del Pentágono están trazando planes para ataques bombarderos devastadores con respaldo de misiles balísticos lanzados desde submarinos contra las instalaciones nucleares iraníes como un ‘último recurso’ para impedir los esfuerzos de Teherán para desarrollar una bomba atómica”, informó el Telegraph. “La estrategia más probable sería un bombardeo aéreo hecho por aviones bombarderos B2 de larga distancia, cada uno armado con 40 mil libras de armas de precisión, que incluyen los últimos aparatos de destrucción de refugios subterráneos.

Ataques a derechos democráticos

Los mismos regímenes imperialistas están usando la controversia para promover la censura y ataques domésticos a los derechos de los trabajadores. Según la cadena BBC, el gobierno de Suecia acaba de cerrar el sitio web de SD-Kuriren, el periódico de los Demócratas Suecos, un grupo de derecha, después que publicó una caricatura de Mahoma que según las autoridades los musulmanes calificarían de ofensiva.

Mientras posan como defensores de la libertad de expresión y la libertad de prensa, bajo el lema de “proscribir a los fascistas”, los gobiernos en Europa están haciendo lo contrario. El escritor alemán Ernst Zuendel fue deportado de Canadá a Alemania en noviembre por escribir un libro en el que niega el Holocausto. Ese mismo mes, el escritor británico David Irving fue arrestado y encarcelado en Austria por la misma ofensa, bajo cargos que tienen su origen en discursos que él dio en 1989. Si es declarado culpable, Irving podría pasar hasta 20 años en la cárcel. Decir que el Holocausto no sucedió es un crimen en Austria, Francia, Alemania y otros estados miembros de la Unión Europea.

Miembros del parlamento británico volvieron a introducir el pasado junio el “Acta sobre el Odio religioso” que había sido rechazada anteriormente. La ley haría ilegal algunas formas de blasfemia contra el Islam. Esta cuenta con el apoyo del Consejo Musulmán de Gran Bretaña. Ya existen leyes similares con respecto al Judaísmo y el Cristianismo.

“El gobierno británico está usando las protestas por las caricaturas danesas como pretexto para usurpar los derechos democráticos en forma dual”, dijo al Militante Tony Hunt, dirigente de la Liga Comunista en el Reino Unido. “Lo están usando para reducir la libertad de expresión. La policía en Londres dijo recientemente a los organizadores de una manifestación en contra de las caricaturas, la Asociación Musulmana de Gran Bretaña, que confiscarán los afiches que consideren inflamatorios. También están abogando por leyes que restrinjan el ‘odio religioso’ para ganar apoyo de grupos capitalistas musulmanes a la ‘guerra al terrorismo’ de los gobernantes británicos”.

Mientras tanto, los gobiernos que respaldan las protestas en contra de las caricaturas danesas y sus partidarios están llevando el nivel de la disputa a un grado aún más bajo. El diario más grande de Irán anunció el 7 de febrero un concurso internacional de caricaturas sobre el Holocausto. Washington y sus aliados han aprovechado las declaraciones hechas anteriormente por el presidente iraní afirmando que el Holocausto fue un mito, y su llamado a “borrar a Israel del mapa” para ganar el apoyo popular para su campaña imperialista en contra de Teherán.La Liga árabe Europea, para desquitarse por las caricaturas danesas, mostró en su sitio web un dibujo de Adolfo Hitler acostado en la cama con Ana Frank, en el que Hitler le dice: “Escribe esto en tu diario, Ana”. Frank, una adolescente germano-judía, pasó dos años escondida de los nazis en un ático encima de la oficina de su padre en Amsterdam, hasta que fue capturada y murió en los campos de concentración de Hitler. Ella dejó un diario que ha sido ampliamente difundido.

Cómo ha sido usada la blasfemia

Esta no es la primera vez que regímenes capitalistas en países semicoloniales o democracias imperialistas han usado leyes contra la blasfemia para imponer la censura y restricciones más amplias de los derechos democráticos.

En 1989, el líder iraní Ayatollah Ruhollah Khomeini exhortó a los musulmanes a matar a Salman Rushdie, un residente británico nacido en India. Khomeini acusó a Rushdie de blasfemia contra el Islam diciendo que su novela, Los Versos Satánicos, presentaba a Mahoma y a sus esposas de forma ofensiva. Rushdie se vio forzado a esconderse. Las principales librerías en Estados Unidos retiraron su libro de los estantes. Washington, Londres y Ottawa usaron el caso para aumentar la vigilancia y las amenazas de deportación contra iraníes. Y muchas personalidades capitalistas estadounidenses hicieron eco a las acusaciones de blasfemia, a la vez que se distanciaron de los llamados a matarlo.

Diez años después, el alcalde de Nueva York, Rudoph Giuliani amenazó al Museo de Arte de Brooklyn con retirarle los fondos de la ciudad y de desalojarlos de sus instalaciones por sus planes de exhibir un cuadro supuestamente ofensivo a los católicos. Más de mil personas se manifestaron frente al museo para respaldar la apertura de la exhibición.  
 
 
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