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   Vol. 69/No. 47           5 de diciembre de 2005  
 
 
Demócratas y republicanos compiten
entre sí para apoyar guerra de Iraq
Cunde el faccionalismo entre políticos capitalistas
(portada)
 
Reuters/Neil Sevelius
Marines norteamericanos disparan contra fuerzas antigubernamentales en Qusayba, Iraq, cerca de la frontera con Siria, durante la Operación Cortina de Acero el 8 de noviembre.

POR MARTÍN KOPPEL  
El 15 de noviembre el Senado de Estados Unidos aprobó unánimemente un proyecto de presupuesto militar de casi 500 mil millones de dólares.

Apenas tres días después, por un voto de 403 contra 3, la Cámara de Representantes rechazó una moción a favor de la retirada inmediata de las tropas norteamericanas de Iraq. Solo 3 demócratas aprobaron la resolución, y 187 votaron junto a los republicanos. Estas votaciones dejaron claro el compromiso que tienen los partidos Demócrata y Republicano con la guerra imperialista en Iraq.

Ante la falta de alternativas ofrecidas por la dirección demócrata frente a la política de la administración Bush en Iraq y otros, el faccionalismo se acrecienta por todo el Congreso y la Casa Blanca.

La misma prensa burguesa ha contribuido al tono estridente del debate, mediante editoriales y artículos “noticiosos” partidistas que dan una imagen falsa de la supuesta “incrementada oposición a la guerra en Iraq” de los políticos demócratas.

El 15 de noviembre, en un voto de 98-0, el Senado aprobó una medida que autoriza un presupuesto militar de 492 mil millones de dólares. Los congresistas demócratas y republicanos ahora se enfocan en una versión final del proyecto que presentarán al presidente George Bush, que incluirá 50 mil millones más para la ocupación de Iraq y Afganistán.

El Senado rechazó una enmienda auspiciada por los demócratas que fijaba fechas límites para la retirada de las tropas norteamericanas. Aprobó una resolución no obligatoria que pide que la Casa Blanca informe trimestralmente sobre el progreso hacia la retirada.

“Le pedimos al gobierno que nos diga cuánto va a tardar el entrenamiento del número de tropas iraquíes que necesitamos”, dijo la senadora demócrata Barbara Boxer de Californa. “Y por supuesto, comprendemos que si algo falla, no le atendremos a eso”.

La enmienda derrotada no fijaba una fecha de retirada. Le hubiera pedido al gobierno “ofrecer un calendario aproximado de cuándo se darían las condiciones para comenzar a retirar las tropas”, informó el Marine Corps Times del 15 de noviembre.

Aunque los demócratas hacían alarde de su reclamo de informes actualizados, varias agencias federales ya ofrecen esos informes trimestrales al Congreso.

Los senadores aprobaron otras enmiendas que la prensa liberal calificó como indicio de la “voluntad para desafiar al presidente” en cuanto a la política sobre Iraq, según lo explicó la Prensa Asociada. Esta dijo que una de las enmiendas pide que la administración “limite los métodos usados para interrogar a los detenidos por terrorismo”.

La resolución adoptada por el Senado afirma que el 2006 “debe ser un periodo importante de transición hacia la plena soberanía iraquí, donde las fuerzas de seguridad iraquíes tomen las riendas de la seguridad de un Iraq libre y soberano, creando así las condiciones para el retiro por etapas de las fuerzas de Estados Unidos de Iraq”.

En tanto los críticos de la Casa Blanca no han ofrecido una política contraria, el tono faccional del debate se ha agudizado. La votación fue “un voto de no confianza de la política del presidente respecto a Iraq”, dijo el senador demócrata Harry Reid.

El líder de la mayoría republicana, el senador Bill Frist de Tennessee, replicó: “Es un repudio absoluto de la estrategia de ‘echarse-a-correr’ presentada por los demócratas”.  
 
No hay viraje a izquierda
Las votaciones recientes en el Congreso desmienten las interpretaciones de la prensa liberal de que las elecciones del 8 de noviembre indican un viraje a la izquierda. El New York Times y otros diarios semejantes proclamaron que las victorias demócratas en los comicios para gobernador en Nueva Jersey y en Virginia, así como la derrota de todas las iniciativas respaldadas por el gobernador republicano Arnold Schwarzenegger de California, eran prueba de dicho cambio.

Por otra parte, resultan infundadas las afirmaciones liberales de que una nueva mayoría conservadora en la Corte Suprema revertiría conquistas sociales tales como el derecho de la mujer a optar por el aborto. Esto lo reconoció un artículo del 17 de noviembre del Washington Post que decía, “La revocación de la decisión trascendental de la Corte Suprema que legalizó el aborto a escala nacional podría producir un trastorno político en Estados Unidos y pondría a los candidatos que se oponen al derecho al aborto a riesgo de ser derrotados”.

El congresista republicano Thomas Davis de Virginia, presidente del Comité de Reforma del Gobierno, dijo al Post que la revocación del fallo de la Suprema Corte Roe contra Wade (que despenalizó el aborto en 1973) llevaría a muchos políticos republicanos a la derrota. Dijo que “sería un cambio marino en las tendencias suburbanas de votación”.  
 
Clinton apoya la guerra
El 17 de noviembre el ex presidente William Clinton, al acompañar a la senadora demócrata Hillary Clinton en una gira por el Medio Oriente para promocionar sus perspectivas presidenciales en 2008, hizo comentarios muy divulgados en Dubai, Emiratos Arabes Unidos, en el que criticó diversas tácticas de la administración Bush en la invasión y ocupación de Iraq.

“El gobierno norteamericano cometió varios errores”, dijo Clinton. “Uno de ellos era [no entender] lo fácil que sería deshacerse de Saddam y lo difícil que sería unir al país”. Se lamentó de que el gobierno de Bush no había planeado bien para lo que sucedería después de derrocar al gobierno iraquí.

Los defensores de la administración han librado un fuerte contraataque frente a sus detractores, quienes culpan a la Casa Blanca de haber “mentido” sobre los datos de inteligencia secreta a fin de justificar la guerra. Esa acusación figura en la controversia en torno al encausamiento de Lewis Libby, asesor de la Casa Blanca, y el caso de la “filtración sobre un espía”.

El 16 de noviembre el vicepresidente Richard Cheney acusó a los senadores demócratas de lanzar “una de las acusaciones más deshonestas y reprochables jamás ventiladas”. Bush calificó las críticas de “irresponsables” y dañinas para la moral de los soldados norteamericanos.

El 11 de noviembre el Investor’s Business Daily publicó una lista de citas pre-invasión del entonces presidente Clinton y de otros conocidos demócratas, en el que se mostraba que su verdadero historial había sido consecuente en apoyar la política de guerra de Washington.

“Si Saddam rechaza la paz y tenemos que usar la fuerza, nuestro propósito está claro”, dijo Clinton en 1998, según una de las citas. “Queremos disminuir rotundamente el peligro que representa Iraq con las armas de destrucción masiva”.

La propia prensa liberal ha atizado el tono faccional y virulento del debate en los círculos gobernantes norteamericanos. Los diarios han publicado titulares engañosos sobre el discurso de Clinton en Dubai, pintándolo como opositor de la guerra en Iraq.

Pero los informes noticiosos en sí contradicen los titulares. “Saddam se fue. Eso es bueno”, dijo Clinton. Expresó su apoyo al derrocamiento del gobierno iraquí, a la ratificación de la nueva constitución y a las elecciones parlamentarias en Iraq ocupado.

Clinton añadió que “no estoy de acuerdo con lo que se hizo”. ¿Cuál era el desacuerdo? “Nunca enviamos suficientes tropas y no teníamos las tropas necesarias para controlar y cerrar las fronteras”, dijo Clinton. Washington debió haber “dejado intacta la estructura fundamental del aparato militar, social y policiaco” de Iraq.  
 
Expuesta maniobra de Murtha
Asimismo, el Washington Post y otros diarios liberales calificaron la propuesta del congresista demócrata John Murtha de retirar las tropas norteamericanas de Iraq como “viraje crucial”, según lo describió un artículo en el Washington Post del 18 de noviembre. “Está cambiando el panorama a medida que los políticos se aprestan a ponerse al día de las encuestas que muestran que la mayoría considera la guerra una metida de pata”, decía el artículo.

Murtha, a quien la prensa describe como “demócrata guerrerista con vínculos estrechos al aparato militar”, pidió que Washington se retire en seis meses.

Pidió que se remplace a las actuales tropas con una fuerza de reacción rápida de los marines, posiblemente desde una base en Kuwait. Su planteamiento era que “nuestros soldados se han convertido en el principal blanco de la insurgencia”.

Los congresistas republicanos respondieron a las declaraciones de Murtha con una votación el 18 de noviembre para rechazar todo retiro inmediato de Iraq. “Queremos asegurarnos de que apoyamos a nuestras tropas que luchan en Iraq y Afganistán”, declaró el líder republicano de la Cámara de Representantes, Dennis Hastert.

En respuesta, la congresista demócrata Nancy Pelosi, líder de la minoría en la Cámara de Representantes, quejándose de que la votación rápida era una maniobra, “envió el mensaje a las filas [demócratas] de que votaran con los republicanos en contra del retiro inmediato de las tropas norteamericanas”, informó AP.

El debate sobre la votación fue virulento. Demócratas y republicanos intentaban probar quién era más patriota. La congresista republicana Jean Schmidt, por ejemplo, dijo que había hablado con un coronel de los marines que le pidió que “enviara un mensaje al Congreso: mantengan el rumbo fijo”.

El coronel, dijo Schmidt, también le pidió que “enviara un mensaje al congresista Murtha: los cobardes se echan a correr. Los marines jamás”. Los demócratas estallaron en alaridos. “ˇUstedes son unos desgraciados!” gritó el congresista Martín Meehan de Massachusetts.

A pesar de la intensidad del debate, prácticamente todos los demócratas de la Cámara de Representantes, incluido Murtha, se sumaron a sus colegas republicanos para rechazar la moción a favor de una retirada rápida de los soldados norteamericanos en Iraq.  
 
 
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